Por Kaloian Santos Cabrera ()
La Plata.- Me preocupa sobremanera que, a dos semanas de la nueva era Trump, los decisores en Cuba parezcan más atentos a responderle en redes sociales que a explicar qué estrategias socioeconómicas, qué plan (que no sea dar el vuelto en caramelos o resistir con creatividad) están implementando para enfrentar el impacto de sus medidas.
Desde Cuba, todo se traduce en lanzar consignas vacías y montarse en la moda de los hashtags. Y uno lee todo eso y se indigna. Esa una queja disfrazada de «mensaje combativo». ¿Acaso no sabían que Trump tenía grandes posibilidades de volver a la Casa Blanca? ¿Pensaban que, si ganaba, sería «buenito» con Cuba y no arreciaría contra la isla con toda su despótica fuerza?
¿Dónde están los analistas y asesores del gobierno criollo que deberían prever esos escenarios desde hace mucho y trazar estrategias para que nos nos cogiera fuera de base llegado el inning de la verdad?
En lugar de respuestas concretas, solo hay muela y triunfalismo. «La muela sin fundamento…», canta Pedro Luis Ferrer Montes, trovador y filósofo popular que si lo hubiesen escuchado a él y a muchos de nuestros economistas e intelectuales que por sus criticas tildaron de «contrarrevolucionarios», alguito, quizás, sería, diferente.
Cuba y los cubanos, los que están dentro de la Isla y los millones que están dispersos por el mundo, incluso los que ahora vitorean o votaron a Trump, vivimos hace más de 60 años bajo el yugo del bloqueo ¿y aún no se han diseñado estrategias efectivas y propias para subvertirlo? Nos deben muchas explicaciones sobre por qué seguimos tropezando con las mismas piedras por décadas y décadas… y no solo las del bloqueo, sino con los seborucos de adentro.
¿Que los yanquis son malos? Pues sí, malísimos, el pueblo cubano lo sabe mejor que nadie. Que nos espera un infierno, o que ya estamos en él, también lo sabemos. Pero, mientras tanto, los que deben encontrar soluciones están más preocupados por contestarle a Trump que por atender el desastre de casa. Y esa es, precisamente, su estrategia: distraernos con indignaciones, hacer publicaciones en las redes que solo nos leemos entre nosotros, mientras él hace y deshace.
En fin… el mar. Dejo esto por aquí porque hay que decirlo no vaya a ser que algún cretino diga que uno es contrarrevolucionario.
(La posición de los articulistas no necesariamente es la de El Vigía de Cuba)