BATISTA, COMO MALACRIANZA

CUBABATISTA, COMO MALACRIANZA

Carlos Cabrera Pérez



Majadahonda.- El zonzo bélico gobierno anticubano no ha tenido peor ocurrencia que calificar de «herederos políticos de Fulgencio Batista» a quienes disienten de la dictadura más vieja de Occidente.

La indigencia del pueril argumento retrata la desfachatez del tardocastrismo y reafirma que cuando un gobierno sustituye la realidad con ocurrencias, solo confirma dos cosas: su imbecilidad y su miedo. La mayoría de la población cubana no vivió el batistato, que solo duró siete años, y la mención le habrá sonado a chino.

Pero ocurre que -en este caso- los verdaderos herederos de Fulgencio Batista son Díaz-Canel, Marrero y demás integrantes de la comparsa cangrejera, pues comparten afán de poder y enriquecimiento. Sería decente que antes de soltar una imbecilidad, alguien sensato atajara la pulsión.

Además, con este tipo de menciones oportunistas, siempre se corren riesgos, como le pasó a Fidel Castro en una asamblea sobre el Programa Alimentario; que nunca alimentó, un campesino recordó que en el batistato los pobres podían comer Raspadura y tomar café con leche.

El otro riesgo de la triquiñuela política consiste en que puede provocar la indagación de un grupo de jóvenes motivados sobre el período previo a la revolución de los humildes, que no fue la maravilla que pintan algunos nostálgicos e ignorantes, pero tampoco el calvario que cuenta la casta verde oliva y enguayaberada desde sus inicios.

La República cubana fue próspera e injusta; junto al dinamismo socioeconómico que impuso el know how americano hubo bolsas de pobreza y miseria, especialmente en zonas campesinas aisladas y barrios periféricos de La Habana y otras ciudades. Ahora el empobrecimiento y la desigualdad son abarcadores.

¿Cómo fue posible que una República tan nefasta alumbrara la virtuosa Generación del centenario de José Martí?

Los burócratas al servicio de la tiranía deberían elegir mejor sus argumentos, y sus jefes ocuparse de revisar al menos las toneladas de boberías solemnes con que agreden a los cubanos.

Obviamente, la miseria intelectual del gobierno se refleja en sus actos; de ahí que un día premien a alguien destacado con un racimo de plátanos burros y otro saque a Batista del olvido para intentar denigrar a sus oponentes.

El gobierno cubano está enfermo de cochambre mental; solo hay que ver modos y modas de la cúpula para calibrar la tremenda desgracia ética y estética que asola a la nación.

El éxito de quien gobierna se mide por su capacidad de contagiar de futuro a los gobernados, pero nunca remontándose 66 años atrás y mintiendo a mansalva; por muy nerviosos que los tenga Donald Trump y la desbandada latinoamericana para cuadrar la caja -cuanto antes- con el imperio.

Quizá la única semejanza de Batista con algunos opositores a la dictadura es su vocación socialdemócrata, que evidenció en su pacto con el Partido Socialista Popular (PSP) y su política social, de alcance limitado y contaminada de propaganda.

Ya sabemos lo malo, malísimo que fue Batista; pero necesitamos saber lo bueno que son los tembas de Raúl Castro, alérgicos a la justicia y la riqueza ajena y brutos como arados; al menos Fulgencio leía mucho y bueno.

 

Check out our other content

Check out other tags:

Most Popular Articles

Verified by MonsterInsights