CUBA, LA ISLA DONDE EL RELOJ SE DETUVO

CUBACUBA, LA ISLA DONDE EL RELOJ SE DETUVO
De CubaxCuba
Durante un tiempo en Cuba, a pesar de ser un país nunca exento de dificultades y extraños procesos; existieron aspectos que funcionaban como un reloj suizo (los «mandados» de la bodega, el cobro mensual del salario y las jubilaciones, los medicamentos controlados en las farmacias…). Hoy, el reloj se ha detenido. Analicemos algunos ejemplos, comenzando por los que fueron prioritarios del proceso denominado: «la Revolución». Mi intención no es describir el bregar cotidiano de los cubanos, solo resaltar lo que aisladamente sufre y habla la gente «de a pie», que cada vez somos más.
SALUD
Es este un sector importantísimo para cualquier comunidad humana. El sistema de salud se encuentra en tal estado de deterioro que, aun siendo gratuito, hay que pagarlo todo; y no a poco precio. Una cirugía, una cesárea, una prótesis dental, una obturación y hasta una simple cura de herida, tienen un precio.
Médicos, especialistas, enfermeros y gran parte de los profesionales de la salud, a pesar de tener las mismas carencias, dificultades y necesidades que sus pacientes, dan cada día su mejor esfuerzo y no lo logran. Es decepcionante enfrentarse a una patología totalmente soluble y no poder atender al paciente (a veces por la falta de un simple apósito, bisturí, hilo de sutura, instrumental estéril o un par guantes quirúrgicos), incluso, tener que recomendarle que «resuelva» en la calle lo que necesita. No es menos cierto que otra parte de esos profesionales tienen tarifas establecidas para sus servicios, y si el paciente en cuestión tiene familiares en el extranjero, «otro gallo canta».
Si de medicamentos se trata el panorama es aterrador. Las farmacias se han convertido en locales en desuso, donde en algún momento del mes se expenden unos pocos renglones que no alcanzan para todos los necesitados. Tal situación ha sido aliviada en buena medida por las «farmacias» clandestinas. Estas, si bien con precios abusivos, han salvado vidas al garantizar un espray de salbutamol o cualquier antibiótico imprescindible, y por consiguiente, están siendo perseguidas aun cuando el estado no es capaz de ofertar medicamentos básicos, ni siquiera los controlados para el caso de enfermedades crónicas como la hipertensión, diabetes, cáncer o trastornos psiquiátricos.
EDUCACIÓN
El sistema educacional deja mucho que desear. La escasez de maestros, la insuficiencia en la base material de estudio, los extraños sistemas de perfeccionamiento educacional en los últimos tiempos, así como el mal estado constructivo de numerosas escuelas, lastran los resultados del proceso docente-educativo. La desmotivación de los estudiantes, en un país donde los profesionales en su mayoría son también parte de sectores desfavorecidos, aíslan a los educandos de todo intento por llegar a una universidad, sobre todo cuando de hogares pobres se trata.
Por solo mencionar un ejemplo me referiré a los estudiantes de las escuelas de arte, en particular los de artes plásticas. Ellos tienen que recurrir a la economía familiar, por lo general precaria, con el fin de que los provean de todo lo necesario (cartulina, papel, pintura, pinceles, goma de pegar y otros materiales), si a eso le añadimos los obligados gastos en ropa, calzado, alimentación, transportación, podemos constatar que la gratuidad de la educación es una utopía.
La alimentación en los centros de enseñanza —donde la merienda escolar hace mucho pasó a ser una quimera— es escasa y pésima (puede ser un poco de arroz y calabaza hervida, o un caldo de chícharos incomible). Por consiguiente, los padres harán «malabares» para asegurar a sus hijos algún alimento que llevar a la escuela; o un dinero, nada despreciable, para comer algo en la calle.
Ardua tarea tienen encomendada —por directiva máxima—, los profesores de Historia y Cívica al tratar de elevar la conciencia político-ideológica de sus estudiantes.
ALIMENTACIÓN
El tema es candente y desconcertante. La «canasta básica» (término controvertido), es un canto para oídos incrédulos. Si siete libras de arroz (totalmente fragmentadas dentro del mes), dos libras de azúcar (en el mes en que aparezcan) y un puñado de chícharos, es lo básico que necesita un ser humano para alimentarse, entonces nosotros no entramos en la categoría de humanos, más bien somos una especie en extinción que sobrevive del aire.
Es humillante salir a la calle en la mañana y ver a numerosos ancianos con caras demacradas, con rostros que anuncian el total ayuno, sin tener el vaso de leche hace tantos años prometido en célebre discurso; sin una taza de café y pidiendo a los transeúntes dinero para, al menos, tomar esa ansiada bebida estimulante que nunca faltó en una casa cubana por pobre que fuera.
Y digo más, los he visto caer de bruces con hipoglicemia y ser salvados por un vecino o trabajador de un establecimiento que les auxilia con un poco de agua azucarada para reanimarlos. Luego viene el horario de almuerzo, y si no son usuarios de un Servicio de atención a la familia (pretencioso nombre para una cantina pobrísima y ni siquiera gratuita), su suerte es insegura. Y así, día tras día, hasta el nuevo amanecer, donde la historia se repite.
Cierto, existen establecimientos donde se venden alimentos, pero sus altísimos precios, y el hecho de que a una parte de estos solo se acceda con divisas extranjeras, los hacen prohibitivos para muchas personas y familias que pueden mirar pero no comprar. Y mirar vidrieras llenas no alivia el hambre.
ECONOMÍA PERSONAL Y FAMILIAR
Trabajar «para el Estado» —algo de lo que se pedía al «hombre nuevo»—, no es la solución a las necesidades. Salarios insuficientes, depósitos en tarjeta, imposibilidad de obtenerlos en su totalidad en cajeros automáticos y unidades bancarias; es parte del panorama que sufre mensualmente cada trabajador y jubilado. La situación se hace insostenible en el tiempo, y más que ello, se agrava, provocando un efecto acumulativo en el ser humano que, cuando menos, conlleva a pensamientos oscuros, odio, decepción, impotencia, frustración, y humillación, hasta el punto de llegar a sentirse completamente «kafkianos».
Deprime ver las masivas concentraciones (que no filas) en bancos y cajeros para tratar de obtener una parte de los salarios y jubilaciones, si la electricidad lo permite. Ello debe repetirse durante varios días hasta lograr extraerlos por completo. Y la odisea se renueva mensualmente, porque las soluciones no llegan.
PROYECCIONES
Acaba de comenzar otro año. Presenciamos los fervorosos anuncios televisivos, los rituales y caravanas con motivo del advenimiento de un nuevo aniversario del Triunfo…; sin embargo, estamos tristes, muy tristes, al no poder reunirse las familias a despedir el año pues muchos de sus miembros viven distantes; al no tener la posibilidad de una mesa digna de la celebración; al sentirnos desesperanzados. Hubo ausencias de hijos, padres, parejas, que han emigrado buscando lo que aquí les falta.
Con el 2025 comenzó un nuevo ciclo de sobrevivencia y, por momentos, pensaremos que vivimos en un dejavú, donde la infuncionabilidad, las carencias, necesidades, el hastío, el desánimo y las «caras largas» serán nuestra compañía más cercana.
¿Estaré siendo pesimista? Esperemos el paso del tiempo y ojalá esté equivocado, pero es evidente que si algún cambio positivo fuera posible en Cuba, no estará en manos de los que la dirigen. Solo recuerdo que en esta isla, desde hace un lustro, mueren más personas de las que nacen. Necesitamos echar a andar el reloj.
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Imagen principal: Sasha Durán / CXC.
Autor protegido: Por motivos de seguridad, el autor de este texto ha solicitado el anonimato.

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