Por Miryorly García ()
La Habana.- Negociar con otros gobiernos beneficios económicos usando la libertad de seres humanos es un acto tremendamente vil, que intentaron enmascarar en un supuesto acto de benevolencia concedido a petición de la Iglesia católica.
Pero son tan extremadamente criminales que han convertido esa supuesta acción «benevolente y de buena voluntad» en una cruel tortura para los presos políticos y sus familiares.
¿Qué les costaba informar de antemano a las familias de los 553 presos, o publicar la lista que ya por incompleta era sumamente injusta?
La falta de transparencia es total. Han provocado que una madre de cinco hijos, injustamente presa, entre en huelga de hambre exigiendo su libertad
Que muchas familias estén hoy sin dormir, como la de Wilber Aguilar, que lo dijo ayer en una directa en las redes sociales.
Y así estarán muchos familiares, madres que no dan más con todo lo que han sufrido, con el corazón en la boca, a sabiendas de lo profundamente injusta e inhumana que es esa ruleta rusa que se han montado.
Amnistía para #TODOS los presos políticos y cese de la represión. Eso es lo que debe exigirse, pero está claro que en política y religión, todo es un simulacro. Y del silencio de intelectuales y artistas, una vez más, para qué hablar (aaaah, verdad, es que no se enteran porque no usan Facebook).
Yo creo que este es un asunto de todos. La herida más grande y más abierta que tiene hoy nuestra nación. Es vergonzoso que sea solo objeto de negociaciones entre estados.
No es del Papa, no es de Biden, no es de Trump. El problema de exigir que los cubanos dignos de este país, que han tenido el valor de alzar la voz y que son inocentes, estén ya en casa con sus familias, es principalmente de todos los cubanos. No debería un solo cubano dejar de hacer algo, mañana puede ser un hijo nuestro o cualquiera de nosotros mis
Nuestro silencio también los mantiene tras las rejas, víctimas de intereses mezquinos.
Y que por 65 años haya sido así, solo quiere decir que estas torturas tienen que parar ya. No por gusto la cifra de presos políticos ha ido en ascenso. Y la impunidad de sus represores también. ¿Cuándo vamos a decir ¡’Basta ya’!?
