Por Arturo Mesa ()
Atlanta.- Ya son tres días de noticias y comentarios sobre las implicaciones de la decisión del gobierno de Biden de retirar a Cuba de una lista ahí.
Parece que nuestro complejo de colonia no tiene para cuando terminar o el hecho de que somos una isla y no un sólido continente nos impide tener bien puestos los pies en la tierra –como que se mueve– y se repite y se repite el complejo de inferioridad insular.
Yo abogo en contra del bloqueo y lo hago frente a Trump si tuviera la oportunidad, pero a nuestra isla (que al parecer fue continente en algún momento) le hace más daño la dolarización y otras medidas que la referida ley.
A ver si se entiende: La riqueza necesaria la crea precisamente el trabajador que no tiene dólares. El que los tiene ya resolvió su problema o va camino a ello (si no se va); además de que tal decisión hace que nuestra economía sea aún más dependiente de las políticas del Norte bloqueante. La desmotivación por la moneda nacional va in crescendo y toca la casualidad que se trata precisamente de la desmotivación por la moneda que paga el estado y si el estado arguye que no tiene divisas pues que explique mejor la distribución de sus riquezas porque las últimas inversiones en hoteles y equipamiento antimotines no se vieron muy afectadas que digamos por las leyes desde el Norte.
Mucho más que el bloqueo con sus trescientas medidas afecta más el desvío que hizo el gobierno de los 300 lineamientos del 2011 en donde se proponía la recuperación de la moneda nacional, el mantenimiento rutinario de fábricas y servicios y la inversión en la agricultura.
Mucha más que el bloqueo afecta los diez años que se invirtieron en la actualización del modelo en los que los principales proponentes resultaron corruptos, ineptos o arrogantes conocedores de la nada y nos legaron un sistema sin pie ni cabeza (y para colmo, ahora en mano Doctores en Ciencias de la Nada Extrema) y tanto nos tortura el legado que mejor que intentarlo, ya lo lógico para la mayoría es irse.
Mucho más que el bloqueo nos bloquea la incapacidad de aceptar ingresos en cualquier moneda del sector que nos salvó de la implosión cuando la pandemia y que hoy se ve desmotivado, limitado y atacado por “ofendidos a conveniencia” y otros sin neuronas suficiente para entender que para salvar el sistema tienen que cambiar los métodos y con ellos motivar al compromiso una vez más.
Mucha más que el bloqueo nos afecta la unanimidad estúpida de una organización que sabe que nada funciona y aún así levanta la mano conspirando con su voto, con el progreso del país.
Mucho más que el bloqueo, afectan las horas de llanto, reuniones por gusto y delegaciones innecesarias que en vez de usar el tiempo en sembrar en nuestras tierras (desbloqueadas) se pierden en estúpidas justificaciones que nada tienen que ver con la máxima de independencia por nosotros mismos.
Mucho más que el bloqueo nos afecta la incapacidad de tirar cuatro tilapias en un estanque, cien gallinas en una granja y veinte cerdos en un corral e importar (hacia nuestras tierras y desde nuestros empresarios –da igual estatal o privado) lo que haga falta para resolver el asunto de la alimentación. Tenemos más de 7 millones de hectáreas productivas y desbloqueadas y no hay ni la calabaza que sale sata en el edificio a punto de caerse de la esquina de Toyo.
Y mucho más que el bloqueo nos afecta la doble moral de las filas altas que abogan por sacrificio y luego aparecen en la lista de los que llegaron recientemente a Miami, Parole mediante.
Señor presidente, señores ministros, señores parlamentarios (Dios me libre dirigirme al Partido) si no saben cómo regir los destinos de una población, por favor háganse a un lado que no hay sistema, ni poder ni organización ni la habrá jamás por encima de la vida de una población digna de respuestas.