Por Ramón García Guerra ()
La Habana.- Sabemos que antes en Cuba los pueblos y ciudades pequeñas tenían sus locos, sus sordomudos y tartamudos, sus enanos, sus homosexuales, sus cojos y mancos, etc., que éstos eran asumidos por la comunidad como propios y singulares.
Entonces cada quién tuvo que aprender a lidiar con el diferente y se vio obligado a asumir un ideal compartido de igualdad y de justicia; aunque hoy mucho de la moralidad de entonces nos parezca un absurdo -si antes no se entiende como una aberración.
Nadie entonces se atrevía a repudiar a los raros, feos y sucios, entre otras cosas, porque se sabía que cada capilla tiene sus santos.
Luego se hizo una revolución que en defensa del bien común creó un Estado-padre de familia que regimentó a toda la sociedad, creándose así una sociedad cuartelaria en dónde debimos cumplir un horario laboral y acatar la disciplina militar que se impuso.
Siendo así, fue que dejamos de asumir la cuota de responsabilidad que nos toca como ciudadanos en una república. Explica eso por qué tu familia dejó de ser tu familia, tus vecinos no fueron más tus vecinos y todos nos convertimos en extranjeros en el país que es nuestro.