Por Carlos Cabrera Pérez
Majadahonda.- La orden de combate del presidente Díaz-Canel contra parte del pueblo cubano se estrelló este martes contra un coro de sotanas piadosas; expertas en aprovechar cada oportunidad para fortalecer su estatus privilegiado en una Cuba mísera y con un gobierno miope y cobarde hasta la iglesia de enfrente.
Toda aquella guapería insensata del verano de 2021, cuando un número notable de cubanos no se tragó los Lineamientos Económicos y saltó a la calle, se ha puesto de rodillas ante los curas y el desembarco de Donald Trump en la Casa Blanca; que ha evitado entrar en el patiñero emocional cubiche, ese retablo binario de oportunismos, ignorancias y desaciertos.
Si alguna duda quedaba sobre la mediocridad y cobardía del tardocastrismo, su arrepentimiento disfrazado de gesto hacia el Vaticano, confirma que estamos ante un gobierno acobardado por el regreso de Donald Trump y acuciado por ganar tiempo; mientras se disfraza de jibarito y aprende groenlandés.
La casta verde oliva y enguayaberada, con larga ejecutoria chantajista, siempre ha tenido una colección de presos disponibles para intercambiar favores políticos con Estados Unidos y Europa y esta vez tiene para elegir el orden de liberaciones porque mantiene apresados a figuras como José Daniel Ferrer, Luis Manuel Otero Alcántara, Mykel Osorbo, más Félix y Sayli Navarro (padre e hija); entre otros muchos reos.
Biden conoce a la perfección las debilidades de la tiranía y apuró el plazo casi hasta el final, para llevarlos al acuerdo, con los hígado y mentón destrozados por los constantes jabs de izquierda y derecha al cuerpo del moribundo que, en su masturbación perpetua, pretende vender su fracaso como un gesto de independencia y buena voluntad hacia un jubileo católico.
Pese a que la tiranía se revuelca en su pretendida soberanía, la realidad es que está como aquel pobre hombre que se mete a boxeador por hambre y, en su primer combate, cuando llega a la esquina, tras el round uno, pregunta a su entrenador cómo lo ha visto, y el preparador contesta: Si lo matas, empatamos.
En medio de tanta muela bizca sobre una operación de ganancia neta para el Vaticano, el gobierno cubano cometió un error gravísimo en su perorata, comprometiéndose a que no volverá a cooperar más con el terrorismo.
¡No jodas, Díaz-Canel! Si jamás fuimos terroristas ni cómplices del terror; siempre víctimas. ¿Cómo se te ocurre tragar con semejante infundio contra la revolución cubana y su limpia hoja de servicios pistoleros al servicio de la libertad y la dignidad de los pueblos?
Que vas a ir soltando los presos a buchitos, eso es pataleo de ahogado en la presa Minerva. Lo más conveniente política y comunicacionalmente es soltarlos a los 553 de una sola vez y aguantar un chaparrón de críticas, que cosechar varios aguaceros en venganza, cada vez que salga un grupo y la gente normal y la prensa hagan balance.
Algunas fuentes apuntan a que el reparto de liberaciones obedece al deseo tardocatrista de conservar capaciad de maniobra para revertir el proceso, en caso de que Trump haga lo mismo con la decisión de Biden. Razonamiento desquiciado, pues vendría a confirmar que esos cubanos son mera mercancía política para la tiranía.
Una derrota multiplicada por 553 es demasiado para un solo corazón y recordará más de medio millón de veces, que el gobierno anticubano tiene esbirros capaces de matar a un anciano de 73 años a golpes en prisión.
Un acuerdo muy parecido al actual fue el que ofrecieron Washington y el Vaticano para ser aplicado entre la Navidad de 2022 y Reyes de 2023, pero el Palacio de la Revolución lo saboteó, tratando de imponer destierro por cárcel, provocando que el astuto monseñor Beniamino Stella levantara su ecuménica voz y dijera: Esos muchachos donde tienen que estar es en sus casas.
Demoledor y perfectamente compatible con los avances católicos como mayor operador privado de escuelas infantiles y red asistencial de mayores y dependientes, que en Cuba son legión y donde la Iglesia Católica acaba de pegar un aldabonazo en la cresta del régimen.
Triste realidad de Cuba en manos de dos totalitarismos: el comunista y el católico. El camino más recto entre una revolución de los humildes y el capitalismo de estado con cero libertades políticas y sociales, pobreza, desigualdad y discriminación es un arroz con mango de sotanas y charreteras soviéticas; persuadidas de que los caminos de sus señores son inescrutables; pese a la advertencia de San Ignacio de Loyola de evitar mudanzas en tiempos de desolación.
El tardocastrismo no ha podido siquiera con una iglesia cubana debilitada, con afanes cortoplacistas, temores infundados y un debilitamiento general por falta de vocaciones y escasa preparación de los nuevos sacerdotes; salvo contadas excepciones, con más necesidad de comer caliente e integrarse en la nueva casta paralela a la reinante, que vocación de servir al prójimo y a Dios.
El único camino posible y eficaz para Cuba es la democracia, con igualdad de oportunidades y justicia social; el resto son cuentos de caminos temporales como el alegrón de esos cubanos con pasaportes europeos que anoche se acostaron acariciando el ESTA y vuelta a la rebambaramba de tres meses de estancia en USA, trabajando por la izquierda para la tiranía que los pisotea y expatrió a sus hijos y nietos.
Hace bien el equipo Trump en mantenerse al margen del patiñero emocional cubano; tiene tiempo de sobra para dejar que Díaz-Canel se haga un traje de jibarito y aprenda groenlandés; mientras los segurosos han desemplovados el manual KGB para empezar a presionar a familiares de los presos para que acepten visados humanitarios de Estados Unidos y Europa. El mismo cuento de siempre.
Cuba se drena periodicamente de descontentos, pero el hambre, la pobreza y la desigualdad no cesan, entonces el problema no está en el disgustado, sino en el provocador de infelicidades a granel; por mucho que agentones disfrazados de académicos de la búsqueda perpetua lloriqueen por la recuperación de becas y otros programas de manutención imperialista.
Sacar o meter a Cuba de la lista de patrocinadores del terrorismo, es un trámite burocrático con anclaje político, sacarla del sometimiento al comunismo de compadres es la única opción viable, justa y duradera.
Mientras tanto, habrá poesía y desgarros; como los de esos exportadores de carros desde la yuma que -creyéndose habían dado la patá a la lata- se pusieron a especular en redes con sus hazañitas comerciales, hasta que llegaron los comandantes, los de siempre, y les apagaron el motor y escondieron las llaves.
Realmente, el tardocastrismo no ha renunciado al terror; sino que sus socios tácticos para determinadas travesuras, no van a poner en riesgo sus vínculos con Estados Unidos por la insignificante Cuba y desde Ottawa a Pekín, se escucha un clamor: Trump, yo quiero ser tu amigo.
Una vez que pase la fiebre de los presos injustamente condenados y los componedores de batea armen sus performances al servicio de la ignominia; Cuba seguirá pisoteada por una dictadura sexagenaria, los cubanos seguirán siendo ciudadanos de segunda en su propia tierra.
Pero al menos quedará el consuelo de que el combativo cadete que pareció Díaz-Canel ha degenerado en un perrito faldero, que saliva ante el báculo del papa de Roma, siempre diestro y atento a las señales del cielo, aunque esta vez no hayan sido precipitación celestial, sino la obstinada persistencia de un grupito de usurpadores que confunden la realidad con una valla de gallos y dan rienda suelta a sus vanidades pequeñoburguesas.