Por Reynaldo Medina Hernández
La Habana.- Si de algo se ha hablado en este país, desde su imposición el 12 de marzo de 1962, es de la libreta de racionamiento.
La llegada de este mecanismo de control, propio de situaciones de guerra, significó el final de la libertad de los cubanos para decidir su sistema de alimentación, pues en lo adelante el Gobierno iba a disponer qué, cuándo y la cantidad de lo que íbamos a comer. No es casual desde entonces que, a veces en cuadras enteras, de todas las cocinas emanen los mismos olores.
No quiero repetir lo que ya he dicho antes, apenas recordar cómo su adelgazamiento (pérdida de páginas) fue directamente proporcional a la desaparición de productos (y del adelgazamiento de buena parte de quienes dependen de sus exiguos suministros), hasta el extremo de que sus «creadores» se han desentendido totalmente de sus responsabilidades con un increíble «se distribuirán según su disponibilidad»; que sobrevivió al intento de Raúl Castro de «jubilarla»; y que, tras décadas vilipendiándola y deseando su desaparición, en cuanto hay una pálida amenaza de que eso suceda, cunde el pánico entre buena parte de la población.
Siendo objetivos, lo mejor sería que desapareciera de una buena vez, total, para lo que resuelve. Fíjense en estos datos del recién finalizado 2024: a lo largo del año «nos tumbaron» 15 lb de azúcar, 6 de arroz, ½ de aceite, 8 pq. de café, 9 cuotas de frijoles, 1 de chícharos, 9 de pasta dental, 7 de jabón de baño y 8 de jabón de lavar, mientras que apenas distribuyeron 7 lb de pollo, ½ de dizque picadillo y 20 huevos.
¿Algún ser humano puede sobrevivir con esa dieta? Y en 2025, excepto la página del pan, las demás están sin estrenar, porque unos ridículos 380 g de arroz que se están distribuyendo (¡ni siquiera 1 lb!) se apuntan en «la vieja» (ya se sabe que al menos hasta marzo o abril hay que andar con las dos libretas, por si llega algo «atrasado» del año anterior). Al final, si no quieres morirte de hambre, tienes que acudir a agros y mipymes con sus precios estratosféricos… ¡y válganos eso…!
Su desaparición nos haría libres otra vez de comer lo que se pueda, cuando se pueda y en la cantidad que se pueda, sin depender de un «poder superior» para decidirlo, y desaparecería el estrés de estar constantemente pendientes de «lo que vino».
¿Cuántas veces no ha pasado usted por la bodega a «explorar» sin resultados, y cinco minutos después de llegar a su casa la vecina le ha informado con entusiasmo: «¡llegó el azúcar!»?
Y si alguien me acusa de insensible con los «pobres ‘viejitos’ jubilados», le informo que en un año y poco más yo seré parte de ese «ejército de desamparados», que tienen que sobrevivir con una mísera chequera.
Hace varios años que la gente se pregunta si la libreta «¿se va como Cachita?». Lo cierto es que Cachita Caché y su eterno enamorado Ruperto Marchatrás se fueron, pero la libreta, repito, como la Puerta de Alcalá, ¡ahí está! La del 2025, «la nueva», tiene la característica de estar impresa sobre un papel timbrado con el logo de Comercio Interior.
¿Será que no tenían papel blanco, o que ya la gente, en su desesperación por tener un poco más de comida, están falsificando libretas? Vaya titular: «¡Extra! ¡Extra! ¡Detienen en un operativo a falsificadores de libretas en Centro Habana!».