Por Max Astidillo ()
La Habana.- Joe Biden no podía dejar la Casa Blanca sin volver a tirarle un salve a la cúpula comunista de Cuba, tal como hizo su tutor político, Barack Obama, quien abrió los pies a cambio de nada a Raúl Castro y su pandilla de asesinos y ladrones.
Por eso, cuando en Estados Unidos algunos se alarman por la cercanía de la dirigencia demócrata con el comunismo, hay que tenerlos en cuenta, porque siempre están dispuestos a las concesiones, al menos con La Habana, una satrapía que cae muy bien cuando en la Casa Blanca mora un demócrata, y así ha sido por los tiempos de los tiempos, desde la época del recién fallecido Jimmy Carter.
Ahora, a menos de una semana de abandonar la presidencia, Joe Biden decide sacar a la dictadura castrista, que no es el pueblo cubano, de la lista de países patrocinadores del terrorismo, justo cuando más enredados están en ese tipo de acciones.
La noticia la hizo pública hace unos instantes la agencia AP, la cual adelantó que «el gobierno estadounidense sacará el martes a Cuba de su lista de países patrocinadores del terrorismo», de acuerdo con fuentes enteradas del tema, citadas por el referido medio.
AP dice que los funcionarios que sirvieron de fuente lo hicieron en condición de anonimato, y eso ocurre cuando en Venezuela hay violaciones constantes de la libertad y los derechos humanos, con el respaldo y la colaboración de Cuba, cuyo sistema de represión ha sido calcado en el país suramericano desde la llegada al poder del extinto Hugo Chávez.
Cuba respaldó a Chávez en todo momento, y con la colaboración cubana la cúpula chavista penetró hasta los tuétanos a la Fuerza Armada de aquel país, algo que ha seguido haciendo el delfín del fallecido exmandatario, Nicolás Maduro.
Para colmo, al más puro estilo cubano, Maduro se robó las elecciones del pasado 28 de julio, en las cuales perdió con claridad ante el otrora embajador Edmundo González Urrutia, pero todas las instituciones, controladas por agentes cercanos a Maduro, lo proclamaron vencedor, sin que mostraran una prueba de su victoria.
Detrás de lo que ocurre en Venezuela, está Cuba. Y en Cuba se esconden, además, personas vinculadas a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), exagentes de ETA, la organización terrorista vasca y cualquiera sabe cuántos más, en una situación que no ha cambiado en el tiempo, por más que Biden haya decidido sacar a Cuba del referido listado.
Además, en la misma isla hay más de mil presos políticos, algunos con irrisorias condenas, sin haber cometido los delitos que se les imputan, entre ellos los hermanos Nadir y Jorge Martín Perdomo, quienes fueron condenados luego de juicios manipulados por la tristemente célebre seguridad del Estado, la policía castrista y tribunales al servicio del partido comunista.
Si esa acción fuera a ayudar en algo al pueblo cubano, lo podría entender, incluso lo apoyaría, pero eso no traerá beneficio alguno para el cubano común. Se beneficiará la cúpula castrista, las fuerzas armadas, los nuevos ricos, casi todos hijos de la dirigencia o testaferros de esta.
Según AP, «los funcionarios hablaron a condición de anonimato al no estar autorizados para hablar en público de ese tema», en tanto agregó que «funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca se negaron a comentar sobre el asunto».
Lo cierto es que la determinación de Biden puede durar tanto como un pastel en la puerta de un colegio, porque la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, con Marco Rubio a la Secretaría de Estado, puede volver a colocar a Cuba en el referido listado, con lo cual volverá el cacareo de la Cancillería cubana y del monigote que gobierna, Miguel Díaz-Canel.
Estados Unidos no tiene que hacer concesión ninguna al gobierno cubano. Tiene que apretarlo cada vez más hasta que entiendan de una vez que no compraron la isla y que quienes vivimos acá no somos sus esclavos para aceptar siempre sus designios.
Dios quiera que en este segundo y definitivo mandato de Trump el comunismo pase a ser historia en Cuba y los habitantes de la isla puedan vivir en libertad. Si mantener al gobierno, repito, que no al pueblo, en la lista de patrocinadores al terrorismo sirve de algo, adelante entonces.
Mal por Biden, y bien por Trump y Rubio si los vuelven a poner en el lugar que merecen.