Por Pucho Oroza
Varadero.- Un 6 de enero los Reyes Magos dejaron en Camagüey un regalo que se convertiría en leyenda, el segundo boxeador cubano en convertirse en Campeón Mundial, de estilo de combate rápido, buena defensa y mejores combinaciones, con su distintiva arma ofensiva: el «bolo-punch». Su nombre, Gerardo González Hernández, pero la historia lo recoge como Kid Gavilán.
Gavilán fue uno de los boxeadores más populares en la Isla de la primera mitad del siglo pasado y su buen boxeo y estado de forma lo llevó, un 18 de mayo del año 1951, al título mundial de peso welter en una decisión de 15 asaltos sobre Johnny Bratton, faja que Sugar Ray Robinson había dejado vacante cuando derrotó a Jake LaMotta por el Campeonato de peso mediano, y que el cubano defendería luego, unas siete veces de forma exitosa.
Gavilán pasó a ser una notoriedad y una de las estrellas del verano dorado de este deporte en Filadelfia.
Uno de los momentos cumbres fue su match, el 7 de julio de 1952, frente a Gil Turner en el Municipal Stadium, combate que rompió récords con más de 39,000 espectadores y una taquilla de $269,667, convirtiéndose en una de las peleas más importantes del boxeo cubano.
De 1943 hasta 1958, obtuvo 108 victorias, de ellas 28 por KO, 30 derrotas y cinco empates. Nunca fue noqueado. Según BRC (Boxing Calif), una estadística basada en títulos mundiales, defensas de cinturones mundiales, % durabilidad como campeón, % victorias por Ko, % estabilidad entre los mejores 10 de su división, Kid Gavilán se sitúa en el segundo puesto entre todos los boxeadores cubanos en la historia con 8.8, sólo por detrás de José Nápoles con 10.4 y por delante de Joel Casamayor con 8.2.
Kid Gavilán murió un 13 de febrero de 2003, fue de los primeros pugilistas exaltados al Salón de la Fama del Boxeo Internacional en 1990, uno de los mejores boxeadores de nuestro país de todos los tiempos, para muchos el mejor, una leyenda que merece ser recordada por siempre.
