EL KÁRATE

LECTURASEL KÁRATE
Por Esteban Fernández Roig
Miami.- Hace poco, solamente hace 50 años, estaba dando vueltas buscando un lugar donde parquear en Wallmart. Pasados 10 minutos, encontré que alguien abandonaba el suyo y me coloqué listo para estacionarme ahí.
Después que la mujer puso con toda calma a su “baby” adentro, colocó lentamente sus bolsas y el coche del niño, me puse en posición anotadora, e inmediatamente se me coló y parqueó un intruso en lo que ya yo consideraba “mi espacio”.
Me irrité, estaba colérico, pero cuando el chofer se bajó del auto inmediatamente vi que era un mastodonte más fuerte, tatuado y agresivo que Mike Tyson, le sonreí, le dije “Thank you, very much!” y me pasé otros 10 minutos buscando donde posarme.
A los pocos días pasé por delante de un lugar que tenía un enorme letrero que decía: “Kárate, primer mes gratis”. Me bajé del auto, me inscribí y compré un uniforme de Kárate con una cinta blanca y estuve más de dos semanas practicando, tirando patadas al aire y gritando agresivamente.
Me dieron una cinta marrón y el dueño del establecimiento -cinta negra- me puso a patear un enorme “pushing bag”.
A la quinta patada, no sé qué hice mal, me llevé por completo la uña del dedo gordo del pie derecho. Todo el mundo horrorizado, mi uña colgando y echando sangre. Sentía tremendo dolor.
El “cinta negra” ni caso me hizo, lucía hasta bravo conmigo sin sentir la más leve empatía por mi torpeza. Solo dijo: “¡Llévenselo al Hospital General!”
Ese Hospital era -en ese instante- un infierno lleno de gente con heridas graves, hasta con balazos dados. A lo mío le dieron mínima importancia.
Al final -después de una hora de espera- un mulatico con una bata azul de enfermero me atendió, ni me preguntó cómo me había pasado eso, con unas pinzas me acabó de arrancar la uña y me puso una inyección -creo contra el Tétano- con una aguja de dos pulgadas que medio siglo más tarde todavía me duele.
Quedé puesto y convidado con el Kárate, pero me compré un llamativo Jacket rojo con un letrero enorme que decía: “Kárate”.
Y les juro que di muchas vueltas al Walmart buscando al tipo que una vez me tumbó el parqueo para que me viera el jacket, se asustara y cediera el espacio. Ni sombra de él.
Más tarde conseguí con el doctor Jay Perselin que en el Hospital de Veteranos me diera una placa de “handicap” para el carro y caso cerrado.

Check out our other content

Check out other tags:

Most Popular Articles

Verified by MonsterInsights