CUBA, LA SOCIEDAD QUE PERDIÓ SUS ANCLAS

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Por Ramón García Guerra ()

La Habana.- Debemos de hacer coincidir el proceso de capitalización de las autonomías de la sociedad que ocurre hoy de modo espontáneo con una política de rearticulación del tejido social y económico de esta última con sentido de comunidad.

Pensemos en cuál es la situación de Cuba y los cubanos en la actualidad.

Sucede que la familia que surge con la República a partir de un ejercicio de autonomía de esa institución, termina por ser fracturada como resultado del proceso de la revolución.

Desde las grandes movilizaciones militares y agrícolas hasta las sucesivas oleadas migratorias, pasando por los masivos planes de becas y la política de confrontación que ha aplicado el Gobierno en más seis décadas.

Incluso en la década de 1990 los valores y las jerarquías de aquella familia se vieron subvertidas como resultado de una crisis económica.

Fue eso, lo que ocurrió en el mundo rural cubano, -que se descampesinó- donde se produjo la pérdida de toda una cultura.

Desde las prácticas de cultivo y crianza de animales hasta las tradiciones culturales y la moral del campesino, pasando por la radical y abrupta inversión del peso poblacional de la gente del campo.

Nada de eso se incluye en la política agraria que el Gobierno aplica hoy mismo.

También se dió esa situación en el ámbito del trabajo, cuando la vida laboral fue estatalizada y la relación patrón-obrero fue actualizada sin avanzar hacia una comunización de la sociedad.

Finalmente esas pérdidas no serían compensadas con la creación de una nueva familia, una «sociedad de trabajadores» y una ruralidad renovada.

Explica eso la extrema fragilidad del cubano, quien se vio convertido en una hoja lanzada al viento y en víctima del ninguneo de un Estado que soplaba sin norte ni destino.

«Creímos que alguien sabía qué era el socialismo», dijo Fidel Castro -cito de memoria.

Entonces la sociedad perdió sus anclajes y eso explica que nos hallemos hoy en un estado de anomia social y de desidia moral que suelen llamar «daño antropológico» sin advertir la tragedia que eso significa para millones de seres humanos.

PD. La imagen de portada es la de una construcción campesina que se conoce como varentierra y cuya finalidad es la de resistir la furia de los huracanes.

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