Por Víctor Ovidio Artiles ()
Caibarién.- Acabo de ver el video clip infantil de una canciónque dice: «Loquicuento, cuentiloco, loqui loquicuento, cuenti cuentiloco, si no crees lo que te cuento imagínatelo un poco». Nunca me había detenido a escuchar qué dice y es interesante eso de que los personajes cambien de historias y se hagan protagonistas de las que más deseen o merezcan.
Una vez finalizada la canción, y basado en mi esencia problemática, me dio por hacer mi propio loquicuento. Imaginaba una historia donde las personas más inteligentes y preparadas fueran los grandes decisores en las actividades para las que son los más capacitados.
Imaginaba además a los universitarios en activo, cobrando mucho más que los trabajadores manuales, que los vendedores de chucherías, que los chóferes de guaguas, que los policías, que los bicitaxistas, que los vendedores de pan, que los chapeadores.
Imaginaba cuerpos inspectivos disciplinados y honestos, revisando el cumplimiento de las leyes, respetando al pueblo. Imaginaba que las libras volvían a se de dieciséis onzas. Imaginaba a los intelectuales comprando y consumiendo sin preocuparse por los precios y dando propinas por el servicio.
Imaginaba programas editoriales que motivaran el hábito de lectura en lugar de obras ilegibles, controlables, sosas. Imaginaba una transparencia total en la prensa que no deje espacio a las maliciosas conjeturas y a creer cuanta noticia se lee en las redes.
Imaginaba una nueva campaña de alfabetización para eliminar el analfabetismo funcional que carcome y lastra. Imaginaba que no tenía que soportar la vulgaridad y anormalidad del Reggaeton, su espíritu pobre y pornográfico.
Imaginaba una inclusión verdadera, sin abusos pero sin excesos, donde nadie exalta su esencia para ser reconocido y respetado. Imaginaba que la salud pública seguía gratuita y altruista y que los médicos estaban plenos y satisfechos y no cobraban sus servicios. Imaginaba maestros sabios y honestos y material de estudio suficiente.
Imaginaba un béisbol saludable y seis campeones olímpicos y los mejores atletas siendo reconocidos y remunerados. Imaginaba unas vacaciones siendo felices en un lugar bello y los niños disfrutando. Imaginaba rutas de transportación cubiertas y seguras. Imaginaba que no existía el miedo a cualquier cosa, hasta a lo imaginado.
Imaginaba unos ancianos en jubileo, descansando y disfrutando después de tanta entrega. Imaginaba unos veteranos recibiendo por su entrega y su pérdida y no teniendo que mirar con desdén a quienes gozan cerca de él. Imaginaba la tierra llena de niños y jóvenes disciplinados y preparados para el relevo.
Imaginaba…
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