Por Manuel Viera ()
La Habana.- Muchas, muchas personas me escriben para que emita mi opinión sobre lo ocurrido en Holguín. Y solo quiero decirles que no puedo. El asco y la rabia no me lo permiten por ahora.
Asco y rabia por algo que no tendría que haber sucedido. Asco y rabia porque la mayoría eran niños que no pidieron estar ahí. Asco y rabia por la absurda campaña del oficialismo y sus fanáticos a favor del hermetismo con el que se trata el asunto apelando a la morbosidad y el amarillismo como justificación para poner cinco y seis veces el mismo reportaje viejo, la misma nota fría que habla de soldados y oficiales tal cual si el verdadero objetivo fuera el olvido, tal cual si no fueran niños.
Asco y rabia por la falta de análisis crítico y autocrítico, cuando suceden absurdos como estos que cada vez son más frecuentes.
¿Cuantos más de nuestros hijos tendrán que ir dormir sobre un polvorín o intentar apagar un fuego inextinguible con una manguera de dos pulgadas?
¿Cuántos más tendrán que morir para reconocer errores y hacer cambios, cambios que tendrán que hacerse de cualquier forma, antes o después?
Aspiro a una Cuba diferente, una Cuba diametralmente diferente y si estuviera en mis manos sería una Cuba neutral, amigable, sin enemigos.
Una Cuba que seguiría siendo una isla sin recursos, pero con un gobierno que no dilapidaría millones en mantener fuerzas armadas innecesarias.
Sería una isla sin ejército, sin cañones, sin bombas.
Si estuviera en mis manos, mi Cuba, tu Cuba, no sería esta y esos niños estarían vivos.