Por Oscar Durán
La Habana.- Apenas pasaron siete días del 2025 y la desgracia dijo presente en el planeta Castro. Trece muertos por una explosión de municiones y aún la investigación no se cierra. Qué duro para los familiares de las víctimas comenzar el año con tanto sufrimiento, más del que tenemos por culpa de unos sinvergüenzas de traje y corbata.
Y hablando de sinvergüenzas, Miguel Díaz-Canel no se ha reportado a la escena del suceso. Hoy andaba celebrando el 66 aniversario de la Policía Nacional Revolucionaria, ese ejército de analfabetos con pistolas que ni el artículo 12 de la Constitución saben leer.
Me imagino que Limonardo coja un helicóptero, aterrice en Rafael Freyre y vaya directamente a darle el pésame a los familiares de los fallecidos. Es lo mínimo, después de ver ayer cómo el noticiero le daba más importancia a su caminata por La Plata, cuando el país entero estaba pendiente de la explosión y quería saber los detalles del suceso.
La prensa cubana no tiene arreglo, como tampoco tiene arreglo toda esa turba de porristas ideológicos, preocupados por los movimientos de los opositores para meterlos tras las rejas a la primera que hagan, mientras el país derrumbándose como castillo de arena.
¿Quién responde por las muertes de esos soldados que estaban pasando el Servicio Militar y posiblemente no pasaban los 20 años? Uno piensa en las personas cercanas de las víctimas y no encuentra un consuelo para tanta desgracia. Dentro de poco, nadie se acordará de ellos y quedarán más olvidados que los bomberos fallecidos por el incendio en la base de Supertanqueros.
Este es nuestro país, gobernado por un saco de sal que desde su entrada al poder Cuba no sale de una para entrar en otra. La culpa del lamentable suceso se la van a echar a los propios soldados y los verdaderos responsables quedarán impunes. Pueden apostar.
Por eso, padre que me lees, no mandes a tus hijos al Servicio Militar. Lo estás enviando al corredor de la muerte. Mira cuántas familias quedaron derrumbadas de un solo golpe porque sus hijos fueron obligados a ir a un lugar donde no querían estar.
Ni una bandera sobre el ataúd, ni una medalla al honor, van a sanar tanto sufrimiento familiar. Acaban de morir personas inocentes. Y si esto pasó apenas siete días de comenzar el 2025, no quiero ver lo que se avecina.
Estoy por pensar de que tenemos un pacto con el diablo.
