Georgetown.- Este 31 de diciembre será diferente. Lejos de mi mamá, de mi hermanito, de mi familia, de mi gente, de mi tierra. Dentro de cuatro paredes en un apartamento en medio de una ciudad que amanece más temprano de lo habitual, donde se habla inglés mezclado con su dialecto. Donde el café no sabe a café. Miro el cielo de Guyana y pienso en el de mi República Independiente del Camagüey.
El régimen cubano me ha exiliado. Mi periodismo, mis publicaciones en redes sociales y mis denuncias han golpeado su talón de Aquiles. La Seguridad del Estado, con sus métodos represivos, bajos y sucios, me ha obligado a abandonar Cuba en situaciones extremas y bajo amenazas
A los esbirros de la Seguridad del Estado les digo que seguiré haciendo periodismo, que seguiré abogando por la libertad de los presos políticos y por la libertad de Cuba sin cesar
Hoy, mientras miro hacia el futuro, reafirmo mi compromiso con la verdad y la justicia.
Aunque la distancia me separe físicamente de mi hogar, mi corazón y mi voz permanecerán siempre unidos a la lucha por un país libre. Este 31 de diciembre, aunque diferente, será un recordatorio de que la esperanza y la resistencia nunca se extinguirán.
¡Viva Cuba Libre!
