Por Joel Fonte ()
La Habana.- Así como Barack Obama creyó ingenuamente que frente a la dictadura castrista una política de flexibilización podía ayudar a la democratización del país, Jimmy Carter se equivocó creyéndolo, comenzando el siglo XXI, y vino a estrecharle la mano al tirano.
Sin embargo, un hecho hubo de positivo en esa visita.
El 13 de mayo del 2002, ante un auditorio concentrado en el aula Magna de la Universidad de la Habana, y que integraban los principales miembros de la dictadura, Fidel Castro el primero, Jimmy Carter pronunció un discurso donde llamó a Castro explícitamente al respeto de los derechos humanos en Cuba, y a la observancia de las libertades civiles y políticas de los opositores en particular.
Castro mandó a televisar el discurso porque dado el rango del primer expresidente norteamericano en visitar el país desde el 1959, no le quedó más opción, pero se aprestaba a sacar ganancia política de esa visita.
Sin embargo, las exhortaciones a la democratización fueron demasiado para su visión mesiánica, para su totalitarismo de ególatra.
Así pues, solo unos meses después de esa visita, y haciendo valer que era el dueño del Poder en Cuba, creo una falacia de plebiscito para introducir ese precepto enfermo que subsiste aun en la actual constitución’: la irrevocabilidad del régimen comunista y la atribución de todos los poderes, por sobre el Estado, a un único partido Comunista.
Vendrían luego escaladas y olas de represión y muerte contra disidentes, pero quedaría en la memoria de muchos la imagen del déspota siendo humillado en su propio feudo.
Basta de tolerar injusticias. No más dictadura en Cuba.