LA VERDAD NOS HACE LIBRES

CUBALA VERDAD NOS HACE LIBRES

Por Nadieska Almeida ()

Bejucal.- Hoy escribo con dolor por el querido pueblo de Bejucal. A lo largo del día ha resonado en mí la frase que proviene de la Roma antigua: pan y circo. Es lo que hemos vivido recientemente. Nuevamente hemos sido humillados como pueblo, y lo hemos permitido.

Puedo comprender a todos aquellos que salieron a comprar en la “gran feria” porque los precios eran algo más asequibles que lo habitual, algo que debería tener en cuenta el gobierno para que la población no solo pueda tener acceso de feria en feria. Resultaba doloroso ver a las personas peleándose en las colas para comprar carne de cerdo, a los policías organizando colas y de vez en cuando haciendo uso de la fuerza para mantener el control.

Lo que no comprendo ni comparto es que luego muchas de esas mismas personas participen en un acto político celebrado el mismo día, en el que la mayoría sabe que nos están mintiendo, conocen todo el montaje que han tenido que hacer para mostrar algún “logro”.

¿Cómo es posible que puedan mentir tan impunemente? ¿Cómo entregan una obra restaurada, el antiguo Liceo, que no fue destruido por el huracán sino por el deterioro de los años, por el olvido y por la irresponsabilidad ciudadana de convertirlo en un baño público, por decirlo de alguna manera, cuando hay tantas casas sin techo antes y después del huracán? ¿Cómo permitimos y aplaudimos tanta humillación?

¿Por qué las autoridades locales no dicen la verdad por la que estamos atravesando, o es que acaso no saben que en la visita del presidente tras el paso del huracán también todo fue tan falso? ¿Se imaginan que no sabemos, o peor aún, es que creen que les creemos?

Y ahora, ¿qué nos esperará? ¿Los mismos apagones del día 24, que fueron de casi 14 horas o los del 25 que fue toda la tarde? Por no recordar que prácticamente todo el año ha sido en tinieblas.

Me resisto a pensar que nos lo merecemos, me duele cuando lo escucho. Hoy solo puedo decir, pueblo querido, no permitamos que en nombre del hambre, del miedo, de las amenazas o de lo que podamos perder, nos sigan humillando. Somos personas, seres valiosos, dignos, merecemos que se nos respete.

Es justamente lo que celebramos en estos días de Navidad, Dios se ha hecho uno como nosotros, para caminar a nuestro lado, para hacernos felices, para recordarnos que somos hermanos, que tenemos los mismos derechos, y que la plenitud del ser humano tiene su fundamento en la libertad y el respeto a todos. Pidamos la sabiduría necesaria para comprender y decidamos el futuro que queremos, porque un niño nos ha nacido y es su nombre Dios fuerte, Príncipe de Paz (cf. Is 9, 6).

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