Por Anette Espinosa ()
La Habana.- El canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, sale de vez en cuando en auxilio del resto de la cúpula dirigente, y como ahora lo que más duele son los apagones, allá va él a anunciar soluciones que parecen sacadas de un cuento de hadas.
Ahora, viendo cómo vienen las cosas para el castrismo y en un intento por llevar algún mensaje positivo a los de adentro y a los de afuera, porque el tema Cuba ya no es solo un problema doméstico, se aventuró a decir que la solución a los males de la isla está al doblar de la esquina: justo en 2025.
Según Rodríguez Parrilla, las autoridades de la isla construyeron casi un centenar de estaciones de energía solar, más de la mitad de las cuales estarán activas en el próximo año, con lo cual, presume él, se resolverán los problemas eléctricos de la isla. Así sin más.
«En correspondencia con la estrategia nacional de transición energética en Cuba, se construyen 92 parques solares fotovoltaicos, que aportarán más de 2000 MW (megavatios)», escribió el ministro en la red social X.
Si no fuera porque conocemos a esta gente, podríamos pensar que el Sistema Energético Nacional (SEN) recibirá de pronto 2000 MW, lo cual quiere decir, según él, que se acabarán los apagones.
Nada, que la isla sumergida en la peor crisis de su historia, y una de las más profundas en las que haya caído país alguno de la región -incluyendo a Haití- en su historia, ya tiene sus problemas resueltos, porque los que gobiernan se dieron cuenta de que todo se resuelve con plantas solares, y van a montar 100 casi ya, y la mitad generará para 2025.
Las palabras del ministro de Exteriores tal vez puedan ser el antecedente que necesita el presidente impuesto por Raúl Castro para decir que 2025 será un año mejor, tal como ha venido diciendo durante el último lustro.
Ni el canciller ni el mandatario se referirán a otros problemas, porque lo de Cuba no es solo lo de los apagones, aunque pueda ser lo más molesta que enfrenta el cubano de a pie, ese que no tiene comida, ni transporte para buscarla, mucho menos medicinas, ropa y calzado, útiles de aseo, y tampoco un trabajo que el genere el dinero necesario para llevar una vida digna.
Mientras, el gobierno le da vueltas a la situación, promete cosas, pone controles, reprime, reúne por gusto a la asamblea y, de paso, ellos se dan la buena vida. Y, entre ellos, incluso al canciller, un oscuro personaje sin ideas propias, que solo sirve para repetir lo que le orientan y nada más.
¡Pobre Cuba!
