Por Esteban Fernández Roig Jr.
Miami.- Increíblemente y con mucha pena noto que algunos -no todos, desde luego- compatriotas dentro de nuestra patria creen que aquí vivimos muy parecido a como ellos viven en Cuba.
En mis escritos hablo del tasajo, del lechón asado, de las Navidades, de los Tres Reyes Magos, del bistec de palomilla con papitas fritas y recibo comentarios de Cuba diciéndome: “¡Qué clase de memoria tiene usted, yo no sé cómo se acuerda de esas cosas!”
No es memoria, es que en Miami hay de todo. Si algo hay en Florida es abundancia de todo.
En mi pueblo, el único tremendo cocinero que yo conocí fue a Omobono en “La Pescadora” de Nicomedes Granda. Aquí hay mil geniales cocineros cubanos. Aquí veo a compatriotas haciendo 10 sándwiches cubanos al mismo tiempo sin tocarlos con las manos.
Al salir de Cuba, los alabarderos del régimen decían: “Después que los americanos rompieron relaciones con nosotros no van a tener más azúcar”. Al llegar fui a un “Winn-Dixie” y en una despensa había más azúcar Hawaiana que en Cuba entera.
Por 62 años he disfrutado de todo: arbolitos de Navidad, mis hijas de Santa Claus, y los que nosotros llamamos “productos cubanos” se exiliaron aquí antes que yo.
Restaurantes a tutiplén, hasta los mercados como Publix, Sédanos, Bravo, venden comidas ya hechas y sabrosísimas.
En uno de los Portos en California hay dulces hasta para abastecer a Cuba entera por 10 años.
Y por encima de todo lo material que hay aquí, gozamos de plena libertad, libertad de expresión, libertad prensa, libertad de locomoción, libertad para criticar abiertamente a los gobernantes y todos los derechos humanos.