Por Jorge Sotero ()
La Habana.- En Cuba hay cosas que no cuadran y es fácil darse cuenta. Por ejemplo, el castrismo se ha pasado toda la vida diciendo que trabaja en la preparación del relevo, y 66 años después de que aquellos barbudos medio locos, medio brutos y hasta medio asesinos, bajaran de la Sierra Maestra, apelan a uno de ellos para resolver el problema eléctrico.
Me parece raro, porque este señor, Ramiro Valdés, cuyas manos han estado manchadas de todo, entre esas cosas de sangre y caca, no sabe nada de generación de energía y sí de sabotajes, persecución, de perseguir jovencitas, de la buena vida que se ha dado, por aquello de haberse enrolado en el asalto al Moncada, embarcarse en el Granma y haber sido el segundo del Che Guevara.
No hay personal preparado en Cuba. La revolución ha sido un fracaso en todo, pero también en eso de preparar a jóvenes y convertirlos en hombres útiles. O no tiene confianza en los jóvenes, o en septuagenarios, digamos, y hay que apelar a un anciano de 92 años, que ha sobrevivido porque su vida ha sido como la de un rey.
Ramiro Valdés ha vivido como ha querido en la Cuba castrista. No hay un jeque árabe que haya tenido mejor vida que el comandante que se refugió a un lado de la costa, en un palacete, y ha logrado sobrevivir a constantes intentos de defenestrarlo, lo mismo de Raúl Castro, que de Fidel, incluso del recién fallecido Carlos Aldana.
Ramiro ha tenido las mujeres que ha querido. No ha tenido escrúpulos ni con las viudas de sus amigos de la guerra, si es que estos personajes alguna vez tuvieron amigos. Y por ejemplo, aún estaban calientes los restos de Jesús Suárez Gayol, en Bolivia, y ya él cortejaba a su viuda, con la que se casó después, tuvo hijos, y más tarde la abandonó, porque aquella señora muy bien portada y extremadamente guapa era demasiado mayor para él, que prefería muchachitas mucho más jóvenes, mejor si adolescentes.
Ahora, con una edad a la que apenas ha podido llegar algún excompañero de clases y los que aún sobreviven están más cerca del cementerio que de otra cosa, a este señor lo colocan al frente de la generación de energía. Esas cosas solo ocurren en el comunismo y por ahí hay muchos ejemplos, entre ellos el del fallecido líder chino Mao Zedong, a quien hicieron aparecer en unas ventanas de su palacio, en cierta ocasión, mientras un grupo de ayudantes le movían las manos para que pudiera decir adiós, como en una obra de un burdo guiñol.
A Fidel Castro, incluso, lo presentaron en público poco antes de morir. La idea de exacerbar el patriotismo, en momentos en que las cosas iban cuesta abajo como una avalancha, obligaron a sacarlo a la luz, llevarlo al Palacio de Las Convenciones, y entonces le mostraron al pueblo a un despojo humano, endeble, demacrado, incoherente, casi una momia.
Las imágenes fueron repulsivas. Andan por ahí. Es fácil encontrarlas en Youtube, aunque siempre es más complicado que esos vídeos corran, porque la comunicación acá está mala en los últimos días.
Y hablando de últimos días, hace unas horas sacaron a escena en la marcha a José Ramón Machado Ventura. Al lado de este y de Raúl Castro, Esteban Lazo parecía un mozalbete y eso que el presidente de la Asamblea Nacional, el intelectualmente limitado Esteban lazo, hace tiempo que superó la curva de los 80.
Si un país que necesita sangre joven, ideas frescas, gente con sueños, emprendedores, que no tenga miedo a aventurarse, a correr riesgos, solo encuentra confiables a estos viejos dinosaurios, algo anda mal. O todo anda mal.
Aunque este que está acá no se cree lo de Ramiro Valdés por lo de la electricidad, sino porque el habilidoso de Manuel Marrero intuye la muerte de Raúl Castro. Sabe que el más pequeño de los Castro no pasará de 2025 y cree que Ramiro Valdés tendrá poder de decisión, y él quiere su tajada, o al menos un avión o un yate, de los de Ramiro, con los cuales salir corriendo, aunque tal vez solo pueda salir sin destino final.
Algo hay, algo ocurre, pero, de cualquier manera, esto no puede salir bien. Nadie de 92 años tiene claridad, energías, solvencia, ganas, piernas y huevos para sacar algo importante adelante. llevar a buen puerto algo tan trascendental.