Por Jorge de Mello ()
La habana.- A mediados de diciembre de 1989, miles de personas salieron a las calles de Timisoara, Rumanía, para protestar por el arresto de un pastor luterano que en sus sermones solía criticar al gobierno. Inmediatamente la protesta se convirtió en una enorme manifestación contra el sistema, impulsada por décadas de escasez de productos de primera necesidad, falta de libertades y de derechos civiles.
Atemorizado por la explosión de airada desobediencia civil, el gobierno del partido comunista ordenó a las fuerzas de seguridad y al ejército que reprimieran a la multitud incluso utilizando armas de fuego, lo que causó mas de mil heridos y casi un centenar de muertos entre los manifestantes de Timisoara.
Durante los siguientes días el levantamiento popular se extendió a diferentes ciudades del país y la fuerte represion policial no lograba detenerlo, por lo que un día como hoy pero hace 35 años, el presidente Nicolae Ceaușescu, en un intento por perpetuarse en el poder e incapacitado por la soberbia para valorar con objetividad la situación, convocó a un acto en la plaza frente a la sede del Comité Central del Partido Comunista Rumano en Bucarest, pensando que podía seguir manipulando a la población con nuevas promesas y discursos demagógicos.
Ceaușescu, acompañado por su esposa, se dirigió desde un balcón a los allí reunidos para tratar de aplacar la indignación general. Entre otras cosas prometió que el próximo año subirían los salarios y declaró que ese día comenzaba la “fase superior de la construcción del socialismo.” El público reaccionó con enérgicos gritos de ¡Somos el pueblo, muerte al dictador! Lo que obligó a que la escolta personal condujera a la pareja al interior del edificio para protegerlos.
Las protestas se intensificaron hasta convirtirse en una rebelión general que produjo enfrentamientos violentos entre las tropas policiales y la población. En determinado momento una parte del ejército se sumó a la sublevación popular, entonces el día 22 de diciembre, después de realizar varias maniobras políticas infructuosas, el tirano huyó de la capital con su esposa, pero esa noche fueron apresados en las cercanías de la ciudad de Târgovişte.
El 25 de diciembre los sometieron a un juicio sumario en el que resultaron condenados a la pena máxima por genocidio, abuso de poder, desfalco y destrucción de la economía del país. Ese mismo día fueron ejecutados por un pelotón de fusilamiento.