Por Irán Capote
Pinar del Río.- Salí a las 8:00 am a luchar, con el poquísimo dinero que he podido resolver de las ventas.
Estaba rabiando de ganas de tomarme una taza de café y de fumar algo más que el cabo de tabaco que tenía guardado desde San Lázaro.
No tenía café, ni sal, ni azúcar en casa. Así que pasé la vista por las Mipymes y vi que los precios siguen ascendiendo. Compré un poquito de cada cosa: Azúcar importada. Sal importada. Café importado. En cada poquito se fue el dinero destinado a la “cena de navidad”.
Pero seguí la marcha hasta la casa de mi querida Dorys Méndez que anda triste porque ha llegado la hora de su jubilación y después de sacar cuentas y más cuentas de toda una vida entregada al arte, tiene que jubilarse con 2000 míseros pesos (apenas un kilogramo de azúcar)
Llegué a su casa para darle ánimos, para decirle no sé ni qué cosas al respecto. Pero ella había salido a su propia marcha para la cola de la balita del gas, porque los apagones siguen fustigando y ya se anuncia un inicio de año con menos esperanzas todavía.
Me senté en la esquina a tomarme un café que esperé como cosa buena desde el amanecer. Quise estar en paz con todo en el irrepetible momento.
A lo lejos se escuchaban las consignas que venían de la marcha “popular”, como una letanía rancia, aburrida, indiferente a la realidad “real” de los que andamos a pie.
Me pedí otro café ya con con el último ahorrito para los cigarros de mañana. Me puse los audífonos para escuchar villancicos y para no escuchar el lamento de las consignas. Y me dije a mí mismo:
“¡Feliz Navidad, Peluche!… “Mira cómo beben los peces en el río “
