Por Manuel Viera
Los que vivimos la era fidelista vimos marchas a todo lo ancho de la avenida paseo o del malecón que duraban cuatro o cinco horas. La realidad es que la famosa marcha a la que acudieron militares, estudiantes y militantes de los municipios habaneros -transportados en ómnibus y gazelles- no pasó de ser una muestra más del poco apoyo que tienen las ideas del comunismo cubano en 2024.
La era Canel ha logrado fragmentar la ideología, ha generado contradicciones a lo interno y ha conseguido que más de un militante se confunda y hasta cuelgue los guantes.
Apenas unas cuadras lograron llenar, en un solo lado del malecón, en bloques separados y empleando la técnica del embudo para hacer lucir aquello más numeroso a un paso más lento. Ni así lo consiguieron.
La Habana hoy era un meme. A donde quiera que llegabas, el chiste era, «¿vas a la marcha?» Triste imagen de lo que un día fue y no volverá jamás. El engaño terminó. El peor enemigo del comunismo es su realidad.
Lo más lamentable de todo es que para ese circo se empleen los pocos recursos de que se pudiera disponer para palear en algo el hambre, la escasez y las miserias de los cubanos, esos que somos millones y no estaban allí.