Pío E. Serrano*
(Juan Manuel Salvat Roque, Sagua la Grande, 27 de mayo de 1940 – Miami, 26 de noviembre de 2024)
Madrid.- Editor, librero, promotor cultural, generoso alentador de los que, con posterioridad, quisimos seguir su ejemplo, Juan Manuel Salvat, ha fallecido a los 84 años a causa de complicaciones tras un coma diabético. Mientras, en Madrid, Felipe Lázaro, Aurora y yo nos preparábamos para recibir a Salvat y a Marta en la habitual visita otoñal de la pareja, que ya no podrá ser.
Querido amigo durante décadas, torpe de mí, nunca lo traté de el Gordo, como me insistía al llamarlo Salvat. Sería por el respeto que siempre sentí hacia él, aunque sólo fuera un año mayor que yo. Quizás fuera por las muchas historias que lo acompañaban en su temprana resistencia al régimen cubano. Desde sus días universitarios en 1960, cuando participó el 5 de febrero con un grupo de estudiantes universitarios resueltos a llevar ante la estatua de José Martí en el Parque Central de La Habana una corona en desagravio a la que había depositado Anastas Mikoyan.
Repelidos por los agentes de seguridad fueron conducidos a una estación de policía durante varias horas, entre otros Salvat y Alberto Muller. Ambos, expulsados de la Universidad, salen de la isla bajo la protección de la embajada de Brasil.
Contra el pronóstico de los pesimistas, convencidos de que en el Miami de jubilados anglófonos y de flotante población veraniega alguien pudiera apostar por fundar una empresa editora de libros en español, menos aún escritos por autores cubanos. Sin embargo, en 1965 Juan Manuel Salvat respondió al reto y abrió su Librería Universal, a la que siguió en 1969 el sello editorial de Ediciones Universal, convertida en el buque insignia de la que, con el tiempo, sería el referente universal del mayor catálogo del libro cubano fuera de la isla. Pronto, su atención hacia los autores cubanos contemporáneos se expandió hacia el rico fondo bibliográfico desde los siglos XVI hasta el XX republicano.
Salvat fue un modelo excepcional de empresario cultural. La librería se abrió a exposiciones de pintores cubanos, acogió presentaciones de libros, conferencias y tertulias. Sus puertas se mantuvieron abiertas para acoger las distintas oleadas de autores cubanos que engrosaban y multiplicaban los perfiles políticos de la comunidad del exilio. Salvat concebía la literatura cubana como una sola y, coherente, en sus estantes se encontraban obras de autores residentes en la Isla.
Atento a la creciente necesidad de los lectores hispanos y, en especial al sector universitario, no vaciló en asumir el riesgo de mantener un stock de fondos importados provenientes de editoriales españolas e hispanoamericanas, al tiempo que favorecía la exportación de su propio catálogo. Su labor editorial no tiene competidor. Pero, sobre todo, su generosa cordialidad y abrazadora humanidad. Ambas virtudes compartidas por su querida esposa y compañera de faenas, Marta.
Descansa en paz, ahora sí, querido amigo Gordo Salvat,
gracias por tu legado, gracias por tu ejemplo.
*Poeta y editor cubano en España. Fundador de Verbum. Publicamos su evocación del gordo Salvat, por cortesía suya.