Por René Fidel González García
Santiago de Cuba.- Quéjate – la sensibilidad calculada por sentirte a salvo desde lejos no es realmente burla, es queja empobrecida – quéjate, vuelve a intentarlo una y otra vez acerca de lo que crees que te afecta y cerca, mientras cerca, inexorable, al resto, a casi todos – ni siquiera tienes que detenerte a pensar si ya lo había hecho a ellos desde hace mucho, lo sabes –
Quéjate en voz alta, en voz baja, da igual; descubre casi con asombro la queja, al menos, es posible entiendas el dolor de los otros, aunque es posible sea un instante y luego sigas.
Quéjate, aunque sepas que el problema es político, sigue quejándote, incluso de mi, pero el problema, lo saben ellos mejor que nadie, es y seguirá siendo político, justo es por eso que apenas te atreves a hacer lo que haces: quejarte.
HIJOS DE ÉPOCA
Somos hijos de la época,
la época es política.
Todos tus, nuestros, vuestros
asuntos diarios, asuntos nocturnos
son asuntos políticos.
Quieras o no lo quieras,
tus genes tienen un futuro político,
tu piel tiene una tonalidad política,
tus ojos un aspecto político.
Lo que dices, resuena,
lo que callas, tiene un sentido
de todas las formas, político.
Hasta yendo por la selva, por el bosque,
estás dando pasos políticos
con fundamentos políticos.
Los poemas apolíticos también son políticos,
y en lo alto brilla la luna,
un objeto ya no lunático.
Ser o no ser, he aquí la cuestión.
Qué pregunta, dime, cariño.
Una pregunta política.
No hace falta que seas un ser humano,
para cobrar importancia política.
Basta con que seas petróleo,
pienso o materia reciclada.
O una mesa de debate, cuya forma
fue discutida durante meses:
¿en qué mesa pactar sobre la vida y la muerte?,
¿redonda o cuadrada?
Mientras tanto la gente se moría,
morían los animales,
ardían las casas
y los campos de cultivo se perdían
como en las épocas pretéritas
y menos políticas.
Wislawa Szymborska