La Habana.- Es 1974: George Foreman es el campeón invicto: 40 victorias, 37 de ellas por nocauts. Pero ese mismo año Muhammad Ali lo derrota en una de las peleas más legendarias del boxeo.
Derrotado, Foreman anuncia su retiro. Anuncia que tiene una fortuna de 5 millones de dólares. Lo suficiente para retirarse y vivir tranquilo. Pero rápidamente las malas decisiones, los gastos descontrolados y la falta de planificación le pasan la factura: para 1987 Foreman estaba financieramente quebrado. Sin dinero y sin trabajo.
Así que ese mismo año, a los 38 años, anuncia su regreso al ring. Todo el mundo se burló de él.
“Ya está muy viejo”
“ya es un abuelo”
Pero Foreman no hizo caso.
En lugar de mostrarse como el rudo boxeador de antaño, Foreman se mostraba alegre. Bromeaba con todos y se dejaba ver comiendo hamburguesas con queso.
El público rápidamente conectó con su simpatía y carisma.
Para 1994 nuevamente, sin dinero, no tuvo otra opción más que volver al ring: a los 45 años noqueó a Michael Moorer, el entonces campeón mundial de peso pesado. Moorer, 19 años más joven, dominó gran parte del combate. Sin embargo, en el décimo asalto, Foreman conectó un poderoso derechazo que noqueó a Moorer, convirtiéndose en el campeón mundial de peso pesado más viejo de la historia.
Los comentaristas bromeaban: hay que esperar que Foreman se quede sin dinero y nuevamente lo volveremos a ver en el ring.
Pero el dinero de Foreman no estaba en el ring, sino en mostrarse tal y como es: Foreman se volvió predicador, se volvió el amoroso padre de doce hijos y siempre reunía a toda la familia para comer hamburguesas. él no actuaba, él se mostraba tal y como era. Y en esa autenticidad estaría el gran negocio:
Resulta que una empresa de electrodomésticos tenía dificultades: Su «parrilla” no se estaba vendiendo.
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Pero Foreman recibió el regalo y no lo usó. A insistencia de su esposa, un día decidió probar la bendita parrilla y le encantó. La parrilla era diferente: Su diseño permitía que la grasa drene por uno de los lados.
La empresa le ofreció a Foreman un contrato de publicidad por 500 mil dólares.
Foreman no aceptó. En lugar de eso hizo un movimiento audaz: pidió que la parrilla se venda como la George Foreman Grill y se le dé el 40% de las ganancias.
Como jugando, Foreman se grabó preparando hamburguesas rodeado de sus hijos, y pronto la George Foreman Grill se disparó en ventas.
Foreman sabía algo: La fama desaparece, pero la propiedad perdura. El gran dinero no está en la fama, sino en usar la fama para hacer negocio.
Sin querer queriendo, Foreman vendió la parrilla sin vender la parrilla. Porque no se trataba del aparato, sino de reunir a la familia como lo hacía él.
Los resultados hablaron por sí solos:
Anualmente se vendían millones de parrillas. Mensualmente Foreman recibía más de 7 millones en regalías.
En 1999, Foreman hizo otro movimiento: vendió los derechos del nombre por 137.5 millones de dólares.
Pero, la pregunta es: ¿por qué vendió los derechos si supuestamente era un buen negocio?
Foreman entendió algo: así como es importante saber entrar, es importante saber salir. Ya estaba apareciendo mucha competencia. El mercado se estaba saturando. Era momento de salir.
Lecciones para usted:
– Uno: La empresa que diseñó la parrilla buscó a Foreman porque Foreman gozaba de la simpatía del publico. El publico quería a Foreman porque él era auténtico. Se mostraba tal y como es. George Foreman no construyó su marca con marketing exagerado, simplemente se mostró tal y como era: comía hamburguesas, era religioso, jugaba con sus hijos, era bromista. Entiende eso: el mejor marketing es no mentir. Se tu mismo.
– Dos: Puedes ser famoso y pobre, o famoso y rico. Solo entiende que la plata no está en la fama, sino en el negocio que puedes hacer con la fama.
Fuente: Mundo de millonarios.