Por Alina Bárbara López Hernández
Matanzas.- Se siente un dolor muy grande, mezclado con indignación, con frustración y con la rabia más profunda.
Después de varios días desaparecido, fue hallado sin vida Jesús David Corcho, un joven de Jovellanos, mi pueblo natal. Lo siento mucho por su madre, a la que le arrebataron el único hijo que logró tener y al que dedicó su vida; lo siento por su padre, que llegó desesperado desde Estados Unidos y llevaba días ayudando en la búsqueda; lo siento por todos sus familiares y amigos; lo siento por mi hermana, que fue su profesora y lo adoraba; y sobre todo, lo siento por él, un joven bueno y muy querido, al que unos criminales no lo dejaron vivir más de 23 años para robarle una moto eléctrica, según parece.
Lo peor es que este no es un caso aislado. El nivel de inseguridad ciudadana en Cuba es alarmante. Las personas se acuestan a dormir y son robadas dentro de sus casas. Las que tienen la dicha de no despertar salvan la vida, otras no han tenido esa suerte y han sido golpeadas o asesinadas.
En el barrio donde me crié, casi todos los días le roban a alguien. A mi hermana han intentado forzarle su puerta en dos ocasiones, una de ellas recientemente.
Es algo que está ocurriendo en todo el país. Las redes sociales están llenas de malas noticias: asesinatos, robos, asaltos, personas desaparecidas, en casi todas las provincias.
Ciertamente, la criminalidad existe en todo el mundo, en algunos países es incluso muy alta; sin embargo, hasta hace algunos años Cuba era un país donde resultaba impensable llegar a los niveles que se están viendo hoy; evidente consecuencia de la crisis general y el deterioro social.
Según los varios instructores de la PNR que me han hecho advertencias en el último año (y no han sido pocos), la Policía está para «preservar la tranquilidad ciudadana», pues esa es su «función social».
Entonces empiecen a cumplirla de una vez y por todas, en lugar de dedicar sus mayores esfuerzos y recursos a impedir el ejercicio de los derechos ciudadanos.
Creo que hay que cuidar las calles y patrullar en las noches para combatir a tanto delincuente. Creo que hay que revisar los marcos sancionadores de la ley para castigar debidamente el crimen. Creo que hay que dotar de recursos a los órganos de criminalística para que se modernicen y aumenten su efectividad. Y sobre todo, creo que hay que resolver la profunda crisis que nos agobia y que es caldo de cultivo al crimen y la delincuencia.
Los que asesinaron a Jesús David no han sido detenidos aún. Ojalá pronto respondan ante la justicia por este horrendo crimen.