Por Ulises Toirac ()
La Habana.- Esta mañana mi sobrino me invitó a la inauguración de la Bienal de La Habana en la Escuela de Artes San Alejandro, donde estudia.
Fui no solo con la idea de apoyarlo. Lo considero talentoso y en un campo que siempre me ha fascinado y nunca he tenido los verocos de invadir, sino para ver en qué anda esa hornada de jóvenes artistas plásticos. Siempre los consideré entre lo más irreverente y ambicioso de nuestra cultura.
Me llamaron la atención sus trabajos, por el uso técnico y la expresividad que logran. En general no aprecié otra cosa que un enfoque complaciente de la realidad, pero obviamente son estudiantes. Ya veremos el curso que con su talento y sus inquietudes, dan a su obra cuando definitivamente emplumen y alcen vuelo. Esta es una etapa tan linda y llena de experiencias para cada uno de ellos que me emocionó verlos revoloteando, deseosos de reconocimiento, orgullosos pero a la vez indagadores. Me encantó.
Uno de los salones lo dedicaron a maestros de la plástica cubana, reproducciones mediante diferentes técnicas, de las imágenes de sus ídolos: Mendive, Flora Fong, Nelson Domínguez…
Mauricio Díaz, mi espigado sobri, expuso su trabajo en carboncillo de Ruperto Jay Matamoros, un excelente pintor naif. ¡Páfata! ¡Agárralo que se escapó!
Vuela, Mauro. Focus and fly!!