Por Joel Fonte ()
La Habana.- El castrismo no es aliado de los promotores de matanzas globales; solo es un lacayo que vende nuestra soberanía.
Han pasado más de dos años desde que el déspota ruso Vladímir Putin lanzó una violenta agresión contra la vecina Ucrania, país muy ligado a la historia eslava, y que le es muy inferior en poderío militar, económico, en extensión territorial, población… un acto criminal al que la propaganda rusa llamó eufemísticamente ‘operación militar especial’, luego ‘conflicto militar’, y finalmente ‘guerra’.
Las palabras tienen alcance, consecuencias. Esa agresión desproporcionada y genocida, ese acto bárbaro que ha cobrado la vida de cientos de miles de militares y civiles ucranianos sobre todo -y también rusos y de otras nacionalidades que se han sumado- permitió mostrar al mundo la naturaleza igualmente asesina y servil de los muy pocos regímenes que en todo el orbe no solo no condenaron la barbarie, sino que la apoyaron.
Entre esos regímenes títeres estuvo y sigue estando la dictadura castrista.
Irán, Nicaragua, Venezuela, Corea del Norte -países controlados por dictaduras a las que la gran mayoría del mundo condena- se añaden a la muy breve lista de cómplices del criminal ruso.
¿A nombre de quién habla el dictador Castro y su cúpula militar, los que verdaderamente controlan el Poder en Cuba, cuando ubica a nuestro país en ese infame lugar de patrocinador del exterminio de otros pueblos para robarles su territorio?
Lo hace a nombre de ese grupo, de sus intereses y privilegios ganados a fuerza de corrupción, represión, de venta de la soberanía nacional y el robo de los recursos del país.
Porque si el pueblo cubano pudiera decidir, jamás tendría ladrones y cobardes ineptos en el Poder, ni apoyaría el genocidio internacional.
Esa invasión, en los últimos días, amenaza con derivar en una guerra nuclear que podría devastar al mundo, exterminar a la humanidad.
Así, los cubanos deberíamos hoy mirar de frente al asesino y ver su naturaleza vil al desnudo.
