Por Jorge Sotero ()
La Habana.- En la capital cubana, el problema de los apagones se ha resuelto. Apenas unas horas al día, unas cuatro, siempre en horario diurno y nada más. El gobierno, con la programación de apagones, volvió a marcar las diferencias. La Habana es la prioridad.
En provincias, hay lugares donde faltó la corriente más de 12 horas en cualquiera de los dos días del pasado fin de semana. Noches enteras sin corriente. Días completos sin que las familias tengan con qué cocinar, o cómo conservar los escasos alimentos que aún pueden conseguir.
En algunas de las cabeceras de provincia protegen algunos circuitos. Sin embargo, en los de los municipios se están comiendo el cable y pagando con sudor y enfermedades, y pobreza y hambre, las comodidades que disfrutan los gobernantes, los diplomáticos, los generales, los familiares de la cúpula, todos los cuales viven en La Habana.
¿Qué diferencia hay entre La Habana y Guantánamo? ¿Por qué apagones en Camagüey y no en la capital cubana? ¿Por qué esa diferencia entre los habitantes de una región de Cuba y las de todas las demás?
El más incrédulo puede decir, tomando como base aquel viejo slogan castrista, que «La Habana es la capital de todos los cubanos», pero no. Hay otras cosas detrás, hay cosas más profundas.
Cierto es que en La Habana viven todos los Castro, la familia de Díaz-Canel, Manuel Marrero, el 99 por ciento de los 200 generales que hay en el país, una buena parte ancianos nonagenarios, más cerca del cementerio que de otra cosa, y todo el cuerpo diplomático, pero la principal razón sigue siendo el miedo del gobierno al capitalino.
Pueden los gobernantes apresar y enjuiciar a 10 jóvenes de Encrucijada para intentar dar el ejemplo. Pueden hacerlo en Imías, en Cumanayagua o en San Cruz del Norte, pero eso no lo pueden hacer en La Habana.
Cuando el apagón general, tuvieron, los que gobiernan, la certeza definitiva de todo: los habaneros se lanzaron a la calle en varios lugares. Incluso, tras el paso de Rafael por el occidente, grupos de habaneros salieron a bloquear carreteras y calles.
El gobierno está jugando con la paciencia de las personas y las ciudades grandes, como es lógico, son más difíciles de controlar. Se necesitan más recursos y es más complicado encontrar a aquellos que denuncian a los que protestan, como sucede en el resto del país, donde hay más lamebotas del régimen que marabú.
Los habaneros, los que nacieron acá y los que, como yo, nos convertimos en capitalinos por decisión, tenemos corriente, gas, agua a veces y algún transporte. En el resto no hay nada. Tenemos que darnos cuenta de eso también, cubanos.
