Por Joel Fonte ()
La Habana.- El exterminio durante la Segunda Guerra Mundial por los nazis de casi seis millones de judíos europeos, conocido como el Holocausto, la devastación de ciudades y poblaciones enteras, la pérdida total de unos 50 millones de seres humanos en todo el mundo en esa guerra fratricida, ocurrió a causa de la tolerancia cómplice de los gobiernos europeos que temían a Hitler y pactaron con él una paz que no atendería, o se sumaron a sus planes, condenando así a la muerte a millones de sus ciudadanos y de otras naciones agredidas.
Millones de vidas sesgadas.
Reflexionemos que, cuando callamos ante las injusticias habiendo ganado conciencia de que algo está mal, de que se comete un crimen, y no lo enfrentamos, entonces estamos actuando con cobardía, y nuestra tolerancia genera impunidad en el agresor.
Los cubanos desde hace décadas somos víctimas de una dictadura cruel, a quien no le importa nuestra suerte sino para que le sirvamos de sostén a su Poder.
Nuestros abuelos, por ignorancia, por miedos o muchas más razones, permitieron que Fidel Castro destrozara hasta los cimientos de la República que tanta sangre costó alcanzar y que, democratizada y pujante, debía ser el hogar noble para las generaciones futuras.
El legado de un país que comenzaba a arruinarse material y moralmente fue el que recibieron entonces nuestros padres, víctimas también de un adoctrinamiento que los hizo aplaudir a los asesinos, y permitir que secuestraran a sus hijos, a nosotros.
Una imagen gráfica de esa realidad es aquella de cientos de padres despidiéndonos cuando éramos llevados al servicio militar o a trabajos forzados en escuelas en el campo, bajo el eufemismo de ‘prepararnos para la vida’.
Luego, nosotros también hemos sido cómplices silenciosos del secuestro de nuestros hijos, permaneciendo inmóviles, apáticos ante el drama que sufren.
¡Digamos Basta!, y cambiemos nuestro futuro.
Basta de tolerar injusticias. No más dictadura en Cuba
