LA COTIDIANEIDAD ES UNA ODISEA PARA EL CUBANO

CUBALA COTIDIANEIDAD ES UNA ODISEA PARA EL CUBANO

Por Anette Espinosa ()

La Habana.- La vida diaria en Cuba es más dura que todas las aventuras que vivió Ulises en su retorno de Troya a Ítaca, y por mucho que nos la intenten contar, ni 100 rapsodas podrán escribir las aventuras de los cubanos para mantenerse vivos. Y cuando digo cubanos me refiero a las personas comunes, no a los pegados a la teta del gobierno.

Este domingo desperté temprano, con la intención de buscar algunas cosas que son necesarias para la vida, porque entre semana hay que trabajar y el tiempo no alcanza para todo. Antes de que amaneciera, ya estaba de pie. El día anterior había hecho un organigrama de todo lo que debía hacer e intenté cumplirlo.

Debía estar a las ocho de la mañana en una Mipyme, porque necesitaba algo de arroz y aceite. Cuando llegué había una pequeña cola. Y no querían transferencia, sino efectivo, y no tuve más opción que ir a otra. Luego fui a por unas viandas, pero antes intenté pasar por algún cajero, y no pudo resolver nada.

Las viandas que quería tenían una pésima figura, como de yucas que no se ablandan ni con mil grados de temperatura, y unos boniatos con tetuán, casi verdes. Los plátanos, burros no estaban mejores. Desistí.

Después fui a Nuevo Vedado a por unos cárnicos. No les diré a cómo estaba la libra de cerdo. No voy a entrar en detalles, pero iba a comprar cinco y al final solo me llevé dos, que darán para una comida, y que tampoco fueron dos al final, a menos que en el camino de retorno a casa esa parte del cerdo haya perdido peso. Pero es lo que hay.

Las medicinas de la presión de mi padre, las encontré a la primera, con solo llegar y pagar como 20 veces lo que suelen costar en las farmacias, donde nunca -o casi- se pueden comprar.

Arroz con zozobra, el plato nacional cubano | DIARIO DE CUBACaminé hasta 19 y B. Entré por una punta y salí por la otra. Lo que venden allí no está para el bolsillo de las personas que tienen trabajos normales. Cierto que hay de casi todo lo que se puede aspirar en la Cuba de hoy, pero es imposible de comprar. Por 21 y H compré una calabaza, o un pedazo para hablar claro. A esa hora mi ya vieja motorina casi no tenía carga y corría el riesgo de que me dejara botada a mitad del regreso a casa.

Al final, en el hogar, con las manos casi vacías, fui a buscar azúcar, y algo con qué hacerle compotas a los niños. Dos libras de azúcar cuestan más que la mitad de lo que recibe de jubilación mi padre, que ha dejado de tomar el café dulce, porque no quiere gastar en algo que pueda utilizar para alimentar a los niños. Al final, por Egido, encontré unas guayabas y azúcar importada, nada más y nada menos que de Estados Unidos.

Calabaza 8 a 10 lbs | Mercado | Ponlo en Casa #1 para CubaY cuando regresé a casa, de manera definitiva, me di cuenta de que había caminado media Habana, de que estaba exhausta y de que no tenía ni la décima parte de las cosas que necesito para una semana, además de que se me había agotado el dinero, sin comprar pollo, que había problemas con el gas, no sé cuántas cosas más.

Para colmo, la madre de mi esposó llamó para que le dijera que hiciera todo lo posible por conseguirle (comprar a precios exorbitantes) una balita de gas, porque donde ella vive, en Ciego de Ávila, no hay con qué cocinar, y hasta el carbón vegetal está desaparecido. Y luego me contó el trabajo que pasa para conseguir todo lo que necesita en Guayacanes, que es el pueblito de Ciego de Ávila donde vive.

Dice que ha caminado toda la mañana para apenas comprar unas cosas, que las colas son enormes y al final no compra nada, porque todo es caro, sin calidad, y los vendedores, gobierno incluido, se creen que los cubanos somos millonarios y que las jubilaciones resuelven algún problema.

Productores de avanzada a mercados agropecuarios de Morón - Periódico  Invasor - Diario online de Ciego de ÁvilaAl final, como siempre, porque mi suegra suele quejarse por todo, terminó por decirme que su vida es una odisea y que, de seguir así, prefiere morirse de una vez, porque, incluso, no tiene medicamentos ni para la presión.

Lo último que me dijo fue que de la «llamada» canasta básica -que de básica no tiene nada- solo ha recibido dos libras de arroz y un poquito de aceite. Y al final colgó porque dice que no quiere atormentarme con sus problemas, y se lo agradecí, porque para problemas estoy yo luego de seis horas de búsqueda en vano de cosas necesarias, que no aparecen por ninguna parte. Y cuando las encuentras, parece que las vas a comprar en Tokio o en Ámsterdam.

En fin, yo pensé que estaba viviendo una odisea en La Habana, pero me doy cuenta de que en provincias, como llamamos a esos lugares que están más allá de la capital, todo es peor. Y no creo que nadie se vaya a detener nunca a contarlo, porque sería como desmentir a los que cuentan la historia, esos que salen cada días en la tele o en los periódicos, a darnos una versión que nadie se cree.

res que están más allá de la capital, todo es peor. Y no creo que nadie se vaya a detener nunca a contarlo, porque sería como desmentir a los que cuentan la historia, esos que salen cada días en la tele o en los periódicos, a darnos una versión que nadie se cree.

 

 

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