Por Manuel Viera ()
La Habana.- Quien me diga que no esperaba esto, sencillamente no está viviendo la realidad del deporte cubano. Claro que me hubiese gustado que clasificaran a la siguiente etapa, pero hay que ser conscientes de que el béisbol, y el deporte cubano en general, adolecen de muchos males desde hace años.
Sencillamente se recoge lo que se siembra y en Cuba en materia de deporte hace mucho que no se siembra
Series Nacionales sin motivación, sin la debida atención. Un trabajo, en la base, casi nulo, falta de todo, campeonatos que se suspenden continuamente, juegos de Serie Nacional que se suspenden por bates, por iluminación, por pelotas o por transporte. Caprichos que se imponen, directivos que son cuadros cuadrados sin conocimientos o que anteponen principios a resultados.
Poca o ninguna tecnología aplicada al deporte. Mal uso de las estadísticas. Y el que considero el peor de todos los males: durante décadas el amateurismo nos hizo creernos que éramos los mejores del mundo, los más preparados y los que más sabíamos de deportes.
Incluso nos llevó a criticar y demonizar al profesionalismo de forma muy autosuficiente, a prohibir su difusión y a enseñar que no era más que un engendro dañino, un mal del capitalismo. ¡Ahí están los resultados!
Creo que en estos momentos colocar a Cuba en el noveno lugar del ranking mundial, es sobrevalorar al equipo por respeto a su historia. La realidad sobre el terreno es muy diferente.
Desde que llegaron comenzaron las excusas del horario y la distancia. Ahora salen con que pelearon con las garras en todo momento, luego dirán que dejaron el pellejo en el terreno. Pero solo hay algo cierto: el deporte no se mide por esfuerzos o justificaciones… Lo que cuentan son los resultados.