LA TIERRA SE MUEVE EN EL ORIENTE, LA POBLACIÓN ESTÁ ATERRADA

CUBALA TIERRA SE MUEVE EN EL ORIENTE, LA POBLACIÓN ESTÁ ATERRADA
Por Elier Vicet ()

Santiago de Cuba.- A la ya habitual incertidumbre que viven los cubanos en los últimos tiempos, se sumaron este sábado dos terremotos, uno de ellos de magnitud considerable, porque llegó hasta 6.7, y creó alarma en todas las poblaciones de la costa suroriental de Cuba, incluyendo esta ciudad.

En Santiago, las personas salieron a la calle ante la incertidumbre de algún gran derrumbe, y muchos permanecen alejados de las construcciones, por temor a una nueva réplica, que termine por derrumbarlo todo, aunque los movimientos sísmicos tuvieron sus epicentros lejos de la urbe.

Fuerte sismo de 6,0 grados sacude el oriente de Cuba y provoca réplica de 6,7 | DIARIO DE CUBAEl primero, de 5.9, y el segundo de 6.7 de magnitudes, tuvieron sus epicentros en la costa sur de la provincia de Granma, en los municipios de Pilón y Bartolomé Masó, pero se sintieron acá, y también en otras islas del Caribe, en alguna de las cuales se han emitido alertas contra tsunamis.

La población santiaguera está alarmada e indecisa. Hay quien cree que deberían volver a las casas, pero otros se niegan, porque dicen que después de un movimiento de tierra puede haber muchas réplicas, y el parque habitacional de la ciudad no está tan bueno como para resistir esas embestidas, mucho más fuertes y peligrosas que las de los huracanes.

Evelio Gallich, un octogenario santiaguero que lee un libro en un banco del Parque Céspedes, dice que «no tengo apuro para volver a casa. Yo sé lo que son estas cosas y no quiero que el viejo techo de mi casa me caiga en la cabeza. Sé que voy a morir pronto, pero no así».

Para María Poll, «esto es lo único que nos faltaba a los cubanos. Primero hambre, aviones caídos, luego explosiones de hoteles, de tanques de petróleo, ciclones, hambre, y ahora terremotos y más hambre. Hay alguien por ahí que tiene mala suerte y cuando esas cosas pasan hay que quitarse a ese alguien de arriba».

«Hoy yo duermo fuera. Ni los niños ni yo volveremos a la casa. Si nos quedamos sin comer no pasa nada, si en los últimos tiempos hemos pasado más hambre que un ratón en una caja de puntillas», dice, mientras enciende un cigarrillo y da chupadas, nerviosa.

Unos niños saltan a un costado del edificio que fue alguna vez ayuntamiento. Parecen no haberse enterado del peligro ni de lo que significa un seísmo. Uno de ellos me ve hacer unas fotos y solo me pregunta si sé lo que pasó, porqué se alarmó tanto la gente. Están en su mundo, pero saben que no se pueden acercar a las paredes.

«Vamos a tener cuidado. Sabemos que la tierra se movió porque lo sentimos. En mi casa se cayeron unos vasos y el televisor de la mesita, donde mi mamá lo pone. Pero no sabemos si se rompió o no, porque ella nos cogió de la mano y salió corriendo.

Lo cierto es que la situación en el oriente de Cuba, ya dura por lo acontecido hace unos días en San Antonio del Sur, Imías y Baracoa, sigue haciéndose más difícil para un gobierno que no tiene recursos para solventar ningún problema de los que pueda generar un terremoto.

Las personas en Cuba no tienen ni comida, ni la esperanza de recuperar las casas donde vivieron y que tumbó el huracán, y si un sismo, que suele ser más devastador, provoca daños, la gente no se imagina cómo lo van a resolver.

Algunos, insisto, creen que el gobierno actual tiene mala suerte, que ha abandonado a la gente a “lo que Dios quiera”, y que el país anda a la deriva, mientras las autoridades judiciales y la policía solo se dedican a perseguir a los que protestan para meterle miedo al resto.

Cuba se está acabando. Entre la naturaleza y los hombres están dándole la estocada final al país y a la nación. Cada vez es más difícil vivir en la isla, donde la incertidumbre es el pan de cada día, y no solo a un par de horas del seísmo.

Check out our other content

Check out other tags:

Most Popular Articles

Verified by MonsterInsights