Por Robert Prat ()
Miami.- Juan Soto no va a cambiar la geografía del béisbol. Puede que no haga campeón al equipo al que vaya, inclusive, pero va a obligar a obligar a sus pretendientes a rascarse el bolsillo, si quieren verlo en la parte alta de la alineación el 1 de abril de 2025. Así sin más.
A muchos amantes del béisbol les gustaría verlo volver con los Yankees. Incluso, él mismo quisiera vestir de nuevo el uniforme rayado, porque sabe que tendrá opciones de ganar y porque el cariño que le han dado en el Yankee Stadium es posible que no lo reciba en otra parte, además del filón comercial que significa ser yankee. Pero puede que no regrese.
A mi me gustaría que volviera. De corazón, sí, pero si pienso con sangre fría, no estaría tan seguro. Con el dinero que los Yankees se van a gastar en Soto, más de 650 millones de dólares, al seguro, pueden adquirir un primera base, un buen antesalista y dos o tres pitchers de nivel para el bullpen. Así sin más.
Los Yankees saben eso, pero también que Soto lleva gente al campo, que su rutina en el home representa seguidores, lo mismo que su comunión con el público mientras defiende los jardines. Y lo que piensan los Yankees, lo que pasa por la cabeza de Brian Cashman, también lo piensan otros gerentes generales.
Y Soto, mientras, saca cuentas. O no saca ninguna y lo deja todo en las manos de Scott Boras, uno de los agentes más agresivos del béisbol, quien no tomará en cuenta nada más que el salario del jardinero dominicano, porque sabe que el béisbol es un negocio y uno tiene que ir allá donde su trabajo sea mejor valorado.
¿Le tiran a Soto los Yankees? Puede ser. ¿Irá a los Mets? Es posible. ¿Defondará la hucha San Francisco por tenerlo en el equipo? Tal vez. ¿Están tan necesitados los Dodgers como para mover a Mookie Bets y dejarle el jardín derecho a Soto, previo pago de una millonada y descuidar el cuerpo de lanzadores? No lo sé. Como tampoco sé si los Azulejos de Toronto quieren apostar todo su dinero al dominicano.
Lo cierto es que será el hombre del mercado, el jugador por el que más dinero se pague, aunque no creo que su precio vaya a llegar a los 700 millones que le dieron los Dodgers a Shohei Ohtani hace un año,
Soto viene de conectar 41 jonrones con 128 carreras anotadas, líder de la liga, con los Yankees, a los que ayudó a llegar a la Serie Mundial, aunque eso no le da ninguna ventaja sobre el resto de los equipos que pujan por él.
Boras lo dejó claro en unas declaraciones a ESPN: «Quiere propietarios que apoyen que van a ganar anualmente», dijo Boras. «Los dueños quieren reunirse con Juan y sentarse a hablar con él sobre lo que van a ofrecer a su franquicia a corto y largo plazo».
El culebrón sobre el futuro de Juan Soto comenzó con el último out de la Serie Mundial, pero puede no extenderse tanto en el tiempo, porque el outfielder necesita enfocarse de cara a la próxima temporada y saber con antelación quiénes serán sus próximos compañeros.
Puede que decida seguir formando pareja con Aaron Judge, que decida batear detrás de Francisco Lindor, entre Ohtani y Mookie Betts, o por delante de Vladimir Guerrero, si este se queda en Toronto, pero lo cierto es que cualquiera que sea el paso que dé, lo hará con sus cuentas protegidas para siempre.