Por Carlos Carballido ()
Dallas.- Si alguien está preocupado -o más bien aterrado- con el triunfo de Donald Trump como presidente de Estados Unidos ese es , sin dudas, el dictador cubano Miguel Díaz-Canel.
Desde hace más de un año, La Habana ha estado engrasando su maquinaria propagandística a favor de la candidatura de Kamala Harris, porque sabía perfectamente que, como buena alumna de Obama, continuarían las regalías de Washington al ilegítimo gobierno cubano (recordemos que Díaz-Canel fue puesto a dedo).
En la administración Biden-Harris, la Habana ha recibido como regalo al menos tres flexibilizaciones de las medidas restrictivas del Embargo, que han dado respiro solo a esa tiranía porque, en números, con Trump había menos hambre y más luz para la población.
Ahora bien, con Biden la situación del pueblo cubano se fue al extremo de la miseria y los apagones, mientras que Díaz-Canel y sus acólitos lograron un par de beneficios de la administración saliente, que les ha permitido acceso a créditos bancarios directos, así como a habilitar cuentas comerciales a particulares cubanos, que todo el mundo sabe son correas de transmisión que ayudan a mover al gobierno.
Así que las esperanzas de La Habana pasaban por el triunfo de Kamala, y para ello activaron a toda su batería propagandística en Estados Unidos, sobre todo influencers y cubano-americanos nacionalizados que gastaron horas de streaming tratando de apelar a los votantes latinos a desestimar la opción de Trump.
La realidad al final impuso otra cosa: los cubanos-americanos están ya cansados, no solo del lengüeteo demócrata con la tiranía cubana, sino de lo jodido que va el país en materia económica.
La nueva administración de Trump no irá frontalmente contra Cuba, pero tampoco abrirá mas el diapasón del salve económico que hasta el momento el pueblo ni lo ha visto por asomo.
Es posible que Trump exija mas libertades para Cuba a cambio de flexibilidad política. Igualmente prometió terminar con el relajo del Parole y de verificar la viabilidad de la Ley de Ajuste Cubano, que ha permeado las aspiraciones de conseguir presión política de la la comunidad exiliada. Esto para Díaz-Canel sería la estocada perfecta que afectaría las remesas potenciales a Cuba, con las cuales su tiranía sobrevive.
En lo personal no espero muchos cambios radicales pero si un aumento de la presión al desgobierno canelista, sobre todo el cierre de la llave de oxigeno que, paradójicamente, está asfixiando al pueblo de a pie.
Si hoy a alguien se le quitó el sueño, sin dudas fue a Díaz-Canel.