Por Víctor Ovidio Artiles ()
Caibarién.- Ante el empeoramiento de la crisis energética, se ha complicado sobremanera la cocción de los alimentos. Los medios tradicionales han recuperado el protagonismo de antaño. Las mesetas cubanas lucían un arsenal de equipos eléctricos interminable: Fogón eléctrico con resistencia de 3 KW, olla arrocera, olla multipropósito, freidora, microwave, sandwichera…
Se ha desarrollado un proceso de repatriación de aquellos que tuvieron que partir de la casa por falta de oportunidades. Otros recibieron la libertad, luego de varios años de encierro doloroso en patios, garajes y cuartos de desahogo. Nadie les ha hecho un acto de desagravio, nadie les ha pedido perdón, pero ahí están, dando el paso al frente.
En mi casa, le dimos el indulto a un viejo fogón gasificador. En su juventud fue muy hábil en el manejo de la luz brillante y el diésel. No puede negar que lo bañamos, le compramos quemador, llave y gusanillo nuevos. Teníamos una reserva de alcohol y keroseno, pues estamos guardando las que nos han vendido en 2021 y 2022. No era mucho realmente.
Preparamos condiciones y procedimos al arranque. Alcohol, candela, bomba, bomba, bomba, bomba… bomba, dolor de hombro, bomba, músculos del abdomen cuarteados, bomba, bomba, latidos en la cabeza, bomba…
Abrimos la llave y una llama roja como un tomate alumbró el espacio. Había más humo en el patio que en Gaza bombardeada. «Está entrando aire». Un toldo por aquí, dos piñazos a la persiana por allá. Más alcohol. Explota, nos asustamos, mucho humo, demasiado. Bomba, más bomba… 85 bombazos. Explota otra vez, candela roja… es un lanzallamas. ¡Hurraaaa!
Nos tiramos contra el fogón de carbón. Lo fabricamos con un contracaldero de una olla Reina. Por suerte nos trajeron un poco de carbón. Iniciamos el encendido. Alcohol, fuego, echa aire, más aire, más… se me botan los ojos, me arden. El espacio huele a taller ferroviario, a locomotora de vapor. Humo, mucho humo. Parece un concierto de Pink Floyd, pero sin luces. Encendieron los dos. ¡¡Hurraaa!!
Me paro frente a los equipos eléctricos y les digo: «No se hagan los imprescindibles. Con esta rotación de 14 por tres, ustedes están de adorno».