¿CUÁL ES EL MANDAMIENTO MÁS IMPORTANTE?

SUGERENCIAS DEL REDACTOR JEFE¿CUÁL ES EL MANDAMIENTO MÁS IMPORTANTE?

Por P. Alberto Reyes Pías ()

Camagüey.- Comienza este Evangelio con una pregunta: “¿Cuál es el mandamiento más importante?”

Es una pregunta que podemos redirigirla a nosotros mismos: “¿Cuál es el mandamiento más importante para mí, en mi vida práctica, a partir del cual tomo todas mis decisiones?”

La importancia de esta pregunta la advierte el inicio de la respuesta del Señor: “… nuestro Dios es solamente uno”. ¿Por qué se hace esta aclaración? Porque en el pueblo de Israel el peligro no era el ateísmo sino el politeísmo, el peligro eran los ídolos.

Un ídolo, a nivel práctico, es todo lo que puede competir con Dios: deseos, aspiraciones, instintos, caprichos, ambientes, personas… que nos apartan de la propuesta de vida del Evangelio. Y todo ser humano tiene ídolos, todos nosotros tenemos que lidiar con rivales de Dios. Otra cosa es que los ídolos ganen la batalla, pero pensar que no tenemos ídolos es pura ingenuidad.

Ante los ídolos, la propuesta de Jesús es la orientación de la vida al Padre, una orientación que debe hacerse “con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas”.

“Con todo el corazón”. Para los hebreos, el corazón no era sólo la sede de las emociones sino también de la razón, de las decisiones. Amar a Dios “con todo el corazón” significa no sólo dirigir hacia él nuestro afecto sino tomar las decisiones en concordancia con lo que él quiere, porque es esto lo que permite quitar el espacio y el poder a los ídolos. Es saber decir que no a los ídolos para poder decir que sí a Dios.

“Con toda tu alma”. El alma, en la Biblia, equivale a toda la vida y es la invitación a orientar cada momento de la vida a Dios, es estar cada día atentos a la realización cotidiana del plan de Dios sobre nosotros, evitando tomar decisiones sugeridas por los ídolos.

“Con todas tus fuerzas”. La fuerza, para la mentalidad hebrea, se refiere a la energía vital, a las habilidades personales y también a los bienes materiales. Significa poner no sólo la energía propia en función de construir en nosotros la vida que Dios quiere sino también usar para ello nuestras habilidades y ofrecer nuestros bienes.

¿Y de qué modo podemos estar seguros de que no son los ídolos sino Dios el que está ganando la batalla cotidiana? ¿De qué modo podemos estar seguros de que Dios va haciendo camino en nuestras vidas y de que lo vamos amando “con todo el corazón, con toda el alma y con todas las fuerzas”? Por el modo en que nos relacionamos con el otro, por el modo en que tratamos a los demás, por nuestra disponibilidad de hacer siempre lo que es bueno para el otro.

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