Por Víctor Ovidio Artiles ()
Caibarién.- Tengo casi listo mi disfraz de Halloween. He criticado mucho la transculturación que estamos experimentando desde que los centrales se cerraron y la pelota dejó de servir para algo.
Este año me sumaré a la fiesta. Me rompí la cabeza buscando un buen disfraz y que, a la vez, fuese algo barato. Financieramente estoy tan deprimido que solo me alcanzaría para disfrazarme de buzo de Comunales.
Debía ser un disfraz acorde a la realidad actual, que impactase en mis amigos. Nada de Batman, ni el Grito, ni Ali Babá. Debía reconocer mi esfuerzo en el proceso de sobrevivencia a la hora de cocinar, sobre todo.
Me puse a revisar Facebook y a ver las afectaciones de unos más que otros, los encabronamientos de unos más que otros y los apagones de unos más que otros. Finalmente, teniendo en cuenta algunas actividades novedosas que experimento y que prometen continuar, ya he decidido mi disfraz.
Este Halloween salgo a la calle disfrazado de…Maquinista de tren a vapor. ¡Genial! Mis incursiones con el fogón de keroseno y la hornilla de carbón me harán fácil lo de meterme en la piel del personaje. Además, de seguir por mucho tiempo, en mi piel también se meterán sus marchitas prietas.