Carlos Cabrera Pérez
Majadahonda.- El tardocastrismo sufre una pasión irrefrenable por el absurdo y la desventaja de que considera cada nueva ocurrencia, como la definitiva para solventar el horror cotidiano.
El penúltimo salto al vacío consiste en la asociación con los Brics (Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica), que han admitido a trece nuevos asociados; incluida Cuba como el pariente pobre a quien la familia caritativa invita a sentarse a la mesa, en fechas entrañables como Navidad o Reyes Magos.
El estatus concedido a Cuba por los cinco grandes fundadores, facilita el acceso a algunos programas del grupo, pero sin voto y establece que, para ser miembro pleno, deberá acometer reformas políticas y económicas y sobre todo, promover inversiones de China y Rusia en la isla. ¿Con qué se sienta la cucaracha?
Pero en el pecado de aparentar una diplomacia activa, la casta verde oliva y enguayaberada lleva la penitencia de emprender el enésimo Via Crucis en busca de una coyuntura antojadiza que los beneficie, al margen del orden mundial regido por Estados Unidos; es decir, otro papalote en almíbar.
Si no fuera por los yumas y la solidaria y vejada emigración, Cuba hacía rato que habría estallado porque el hambre es muy mala consejera y los totalitarios, por poderosos que se crean, no pueden imponer a sus países, aquello que la sociedad no admite; como pasó en el primer semestre de 2021, cuando los postergados Lineamientos se convirtieron en borra de zambumbia y la ira popular asustó al Palacio de la Revolución.
Como la vida es más sabia que los mediocres, el gran apagón provocado por los yanquis malvados privó a los Brics de la presencia gallarda y el discurso hueco del Limonardo en jefe, que se quedó como la novia de Pacheco.
El viaje frustrado del presidente a esa orilla del Volga es ahorro neto para las finanzas cubanas; aunque la dulce Lis, de paladar sibarita, se haya perdido las delicias de la gastronomía tártara, como las empanadas Kystyby o la Kaklagan kaz (oca curada), todo rematado con el postre Talkysh kaleve (pirámides de hilos de miel y azúcar), que podría adoptarse a Cuba; siempre que las abejas no hayan emigrado a jardines más floridos y la dulce gramínea venga de Francia.
Las personas sensatas, incluidos dirigentes del partido comunista y el gobierno, saben que la vecindad con el mercado más dinámico del mundo dibuja un escenario de ganar/ganar; pero antes Cuba debe democratizarse y avanzar resueltamente hacia la libertad, la creación de riqueza y la justicia social; el resto son pataleos de ahogados y maniobras dilatorias de adictos al poder absoluto, en una finquita que no da más de si.
Si algo hay que reconocerle al tardocastrismo es su pasión viajera, un día aparece Marrero Cruz en Malasia, otro día Valdés Mesa en Conakry y antes de ayer el general Quintas Solá en Argel. Los compañeros lo intentan una y otra vez, pero cuando pasa la cortesía diplomática de esos encuentros, el anfitrión -en fraterna emulación socialista con los santeros- pronuncia la frase maldita: ¿Qué traes, hermano? y el visitante comienza a tartamudear.
Cuba no tiene nada que ofrecerle al mundo, su valor geopolítico es irrelevante en el mundo post Muro de Berlín y las relaciones internacionales, desde entonces, están basadas en las ventajas mutuas del comercio y las finanzas y no en compromisos ideológicos como el que arruinaron a la isla, en nombre del internacionalismo proletario.
Las excesivas dependencias de la URSS y el chavismo dejaron a Cuba como el gallo de Morón, pero los continuistas no aprendieron la lección y ahora están como las putas en Cuaresma, asomadas a la ventana y esperando a que un Pedro Navaja les haga swing completo, pero los clientes llegan, calientan sobre el descascarado alféizar, vacilan en Varadero o similar y se van con sus dólares a otra parte.
Nada hay más cobarde que el dinero y los BRICS y otras naciones conocen la acendrada pasión de los Piratas del Caribe por el tumbe, verdadera ideología de Fidel Castro quien, en 1955, se puso un sueldo de 300 pesos mensuales, como cuadro profesional del Movimiento 26 de julio (M-26-7), que pagaban religiosamente Oscar Alcalde y Jesús Montané Oropesa.
Mientras Cuba no cambie de verdad, toda maniobra de integración en mecanismos internacionales carece de realismo y su papel se limitará a asistir como oyente a las cumbres e intentar cazar a algún despistado que le preste 100 cabillas para el viaje de regreso, dinero que deberá apuntar en el hielo, como la deuda con la antigua Unión Soviética, que Castro consideró extinguida, al desmerengarse la URSS.
En su reiterado camino a la perdición, Cuba no está sola y, como quien empuja no se da golpes, el plenario de la cumbre rusa de Kazán, se habrá llenado de buenas palabras hacia La Habana, en las voces de fundadores y nuevos asociados sin derecho a voto: Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam. La política siempre hace extraños compañeros de cama.
Pero el anticubano partido comunista, que no desmaya en su labor terapéutica de manipulación ideológica, soltó en el periódico Granma, la siguiente perla: «Cuba logró un hito en sus relaciones internacionales con la afiliación a los BRICS, junto a otras 12 naciones, incluida también Bolivia por Latinoamérica, informó el ALBA en sus cuentas oficiales».
¿Alguien se acuerda del Alba, aquel mecanismo batistiano de cambiar servicios médicos por votos para los compinches de La Habana, mientras Chávez despilfarraba el dinero de los venezolanos a manos llenas y La Habana sobreexplotó a sus médicos y demás personal sanitario alquilados al socialismo del siglo XXI?
Una pena que el departamento Ideoilógico (no es una errata) del Comité Central no haya decidido incluir el romance Al alba, de Luis Eduardo Aute, en el estelar mentiroso nocturno:
«Si te dijera amor mío
Que temo a la madrugada
No se qué estrellas son estás
Que hieren como amenazas
Dicen que sangra la luna
Al filo de su guadaña.
Presiento que tras la noche
Vendrá la noche mas larga
Quiero que no me abandones
Ay amor mío al alba
Al alba, al alba
Al alba, al alba…»