Por Alina Bárbara López Hernández
Matanzas.- Lo peor que hay es vivir con miedo. En Cuba, casi todos sienten miedo: la ciudadanía porque teme a la represión del Estado; el Estado porque sabe que si ese miedo se debilita lo suficiente, está perdido.
Un país donde impera el miedo no puede crecer, no puede cambiar, no puede ser un buen hogar para nadie. Bien dice René Fidel González García que «al otro lado del miedo está el país que soñamos», pero esa premisa opera para todos: para la ciudadanía y para el Estado.
Los que gobiernan Cuba no tienen ya nada que demostrar. Ninguna nueva promesa. Ninguna nueva consigna. Ningún nuevo concepto. Es cierto que el gobierno consigue mantenerse en el poder. Pero mantenerse en el poder mediante la represión no significa tener el control de la situación. Para eso requeriría revertir el actual escenario, y estos últimos años han dejado claro que, lejos de ello, la crisis es definitiva e irreversible. Y no es solo económica, sino política, social, simbólica, ideológica, cultural…
Muchas personas desesperadas exigen que los que dirigen se vayan ya. Eso no es realista, no va a ocurrir. Además, ya las cosas dependen menos de lo que sea capaz de hacer el gobierno que de nosotros. Y no se crea que con esto hago un llamado a la violencia. Estoy convocando a la toma de conciencia de ambas partes: la ciudadanía y el Estado.
La situación de Cuba es dramática en el punto actual. Se ha tocado fondo. Es hora de subir.
(Hoy no tomé fotos en el parque pues dejo el móvil en casa, pero con permiso de un amigo, quisiera utilizar la que tomó hace dos años en los tristes días del incendio en la base de supertanqueros).
Ninguna imagen como esa puede representar lo que vivimos ahora mismo en esta bella isla que es la patria común y que nos necesita. A todos.