Por Esteban Fernández Roig
Miami.- Al entrar al Instituto de Segunda Enseñanza de Güines yo quería ser absolutamente apolítico.
El país estaba enfrascado en una guerra fratricida y yo no quería tener vela en ese entierro.
No sentía la más leve simpatía por Fulgencio Batista, y detestaba a Fidel Castro. Consideraba que los dos cambiados por caca se perdía el cartucho, y me quería mantener neutral.
Jamás un policía, ni un soldado, ni un guardia rural, entraron al centro de estudios a amedrentarnos, ni a hacer proselitismo, y muchísimo menos a golpearnos con el “bicho de buey”, ni con la macana, ni a dar plan de machete. En lo absoluto.
Los batistianos no nos molestaron, ni interrumpieron, ni perjudicaron nuestros estudios.
Sin embargo, fue el pequeño grupito de revolucionarios los que politizaron la prestigiosa Institución, interrumpían y suspendían las clases y decretaban huelgas constantemente.
Cada semana se aparecía un mulatico carismático y buen orador llamado Ibrahim Rivero, nos disparaba una arenga y nos instaba a salir para la calle en son de protesta o conmemorando las muertes de Mella, Renato Guitart, Trejo, Echevarría, Frank País o los güineros Juan Borrell o Aleida Fernández Chardiet.
Ponían cohetes y petardos diariamente e interrumpían las clases para que Godofredo de Armas Borrell nos hablara de la batalla de Camilo Cienfuegos en Yaguajay.
Al Batista poner pies en polvorosa, una semana después el aguerrido y ardoroso combatiente Ibrahim Rivero se apareció vistiendo el uniforme verde olivo con los grados de teniente. De feroz y agresivo militante antibatistiano llegó como un manso cordero Fidelista. Tremenda decepción.
Militarizaron el plantel, exigieron que no les habláramos -para que abandonaran sus puestos- a distinguidos profesores como Rogelio Zaldívar, Alicia Echevarría, Olga Surós, Mario Martínez, Mirta Pérez, Régulo Cuesta.
Fui expulsado del otrora glorioso preuniversitario -ahora llamado “Juan Borrell”- acusado de contrarrevolucionario junto a Milton Sori, Gisela Granda, Tony Marín, Roberto “el Pinto” García, Rafael Mederos, Ledia Herrera.
Y los libertadores se convirtieron en esclavizadores.
