Por Juan Carlos Reyes Diaz ()
La Habana.- Para que las revoluciones sean longevas tienen que existir hombres como Lavrenti Beria, el carnicero de la Revolución Rusa.
Durante la década de los 20’s comenzó a destacarse en el exterminio de los grupos opositores a la revolución, integrados básicamente por campesinos y opositores políticos. El georgiano fue escalando posiciones debido a la efectivad y astucia con que realizaba su trabajo. Hombre culto, hablaba varios idiomas, Beria fue la pieza clave de Stalin cuando llegó al poder después de la muerte de Lenin. En su tierra natal fustigó y exterminó
a los opositores, siendo el responsable de la muerte de miles de soviéticos.
En 1924, en Georgia solo necesitó tres días para aplastar un intento de revuelta en esa importante región, tierra natal de Iósif Stalin, y ese mismo año en Tiflis también controló otro intento de sublevación, en la que murieron alrededor de cinco mil personas. Con Stalin como dueño del Kremlin llegó a ser primer secretario del Partido de Georgia, añadiendo poder político a su dossier.
Durante la década de los 30’s, participó en las purgas realizadas en esa época, lo que lo acercó cada vez más a la figura de Iósif Stalin.
En el año 1939 llegó al Politiburó y dos años después fue nombrado Comisionado General de la Seguridad Estatal, el rango más alto de la policía soviética. En 1940 fue el artífice de la masacre de los bosques de Katyn, donde fueron asesinados con un tiro en la nuca alrededor de 22 mil prisioneros polacos en su mayoria civiles.
Tras el comienzo de la guerra diseminó un efectiva red de espías entre las tropas alemanas. Una vez finalizado el conflicto bélico fue nombrado como supervisor del proyecto soviético de la bomba atómica, donde obtuvo a través del espionaje, valiosa información sobre el programa nuclear norteamericano.
En 1945 fue nombrado Mariscal de la Unión Soviética.
Años después siguió en la cúpula del Kremlin, y tras la muerte de Stalin, entró en fuertes contradicciones con Jruschov y sus más allegados colaboradores, lo que lo llevaron a caer en desgracia. Jruschov le hizo fuertes acusaciones entre ellas la de ser agente británico y fue juzgado y sentenciado a muerte, y en diciembre del año 1953 murió ejecutado de un disparo en la cabeza. Beria fue uno de los más nefastos personajes de la era Stalin y de la Revolución Rusa.
