LA VIDA PRIMERO… EL PRESENTE SOBRE TODO

CUBALA VIDA PRIMERO... EL PRESENTE SOBRE TODO
Por Milkely Arencibia Pantoja ()
Pinar del Río.- Seamos objetivos, porque nada puede estar por encima de la vida. Particularmente no tengo nada en contra de Estados Unidos. No se han metido conmigo ni con mi familia, al contrario. Cuando mi hija llegó a ese país era una simple inmigrante que solo llevaba una muda de ropa (la tenía puesta), su identificación y una bolsa con productos de aseo que le dieron en la frontera los oficiales de ICE.
En su mente iban más cosas: noches enteras durmiendo en la placa de la casa para mitigar el calor por los interminables apagones (que no son de ahora), un salario que apenas le alcanzaba para pagarse un arreglo de pelo aun siendo profesional y cientos de sueños por cumplir que, de haberse quedado en Cuba, la cuenta iría por miles. Ella se fue hace más de dos años y esto demuestra que no hemos dado un paso hacia delante.
En ese tiempo dejó de ser la joven mantenida por sus padres para convertirse en la que complace los caprichos de estos. Y ya sueña y logra sus metas, y reconoce lo bueno y lo malo del país donde vive, pero cada día avanza. Entonces, tengo muchas razones para agradecer y balancear lo que siento y lo que quieren que sienta.
Cada día estoy más orgulloso de ser cubano y, a la vez, menos de vivir en Cuba. Es que hoy hasta esos dos sentimientos se han dividido.
Ser cubano es una cosa y vivir aquí otra muy diferente, porque la rutina de los desatinos deja claro que el camino no termina tan siquiera de prepararse para comenzar la siembra de… cualquier cosa.
Todo es promesa o silencio frente a temas medulares: electricidad, salud, viales, comunales, inflación, acueducto, salarios, comunicaciones, servicios necrológicos, vivienda, recreación, alimentación…
Nunca entenderé cómo es posible «reimpulsar» (palabra de moda que todos repiten) una economía que jamás ha estado impulsada o cómo se puede lograr un «futuro más próspero» sin antes haber conseguido la prosperidad.
No es solo cuestión de gramática, se trata de algo más serio: OBJETIVIDAD.
La vida es una sola, no es un ensayo, no tiene vuelta atrás. Cada segundo sin vivir es un desperdicio irrecuperable. Entonces, qué sentido tiene sacrificarla por algo que nada aporta o por una pelea que no busqué, que no es mía y por la que estoy recibiendo golpes desde que nací.
Lo peor de una crisis no son los trastornos que ella provoca. Lo peor de una crisis es cuando no puedes planificar su fin, porque no eres capaz de tomar decisiones correctas. Lo más terrible de una crisis es cuando te aferras a repetir fórmulas que fracasaron y quieres que los demás crean en algo que nunca han visto, como si se les hablara de Dios.
Los ancianos de hoy son los que más hicieron por Cuba y, paradójicamente, son los que peor están. Muchos niños queman su infancia sin disfrutar de cosas tan simples como un juguete o una chuchería. Las mujeres hacen malabares para cocinar sin electricidad y sin gas o para lavar sin agua.
Las familias no pueden ir a la playa, cenar en un restaurante o disfrutar de un concierto sin una colosal disyuntiva financiera.
Antes de planear el futuro de una nación urge resolver su presente. Lo contrario no es posible ni es creíble.
Y quien dude sobre la magnitud de nuestros problemas puede preguntarle a cualquiera de las miles de madres cubanas que han preferido separarse de sus hijos antes de ver cómo les agoniza su única e irrepetible vida.

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