Por Manuel Viera ()
La Habana.- En menos de una hora he sido víctima de dos absurdos en el país de los absurdos. Resulta que vas a una notaría a hacer efectivo un testamento después de un año y medio del fallecimiento del testador, que es además tu padre, y el notario te dice que «la declaración de actos de última voluntad vence a los seis meses».
«¡Tienes que sacar una nueva!», dice y ahí es cuando intentas explicarle que esa declaración que estás presentando se sacó seis meses después del fallecimiento de tu padre, algo que puede verificarse en el certificado de defunción que también estás presentando.
O sea no hay modo de que un fallecido despierte de su tumba y cambie sus actos de última voluntad. Sin embargo, te repiten: «Si la declaración de actos de última voluntad tiene más de seis meses, está vencida». Ilógico pero no por ello se deja de hacer.
Luego llego a mi casa y agarro el móvil para comenzar a pagar los servicios del mes, o sea electricidad, teléfono, agua, gas etc., etc., y resulta que, después de haber pagado tres de ellos, ya no puedo seguir consultando cuánto debo en el resto para pagarlos. Algo así como que puedo pagar como seis servicios por transfermovil pero solo puedes consultar lo que debes en tres de ellos.¿Por qué limitar la posibilidad de consultar tus deudas si lo que tendría que interesar es que el pago se haga efectivo?
Son cosas ilógicas que no se pueden explicar, pero que son muy normales cuando vives en el país de los absurdos.
Luego hay quien cuestiona «¿por qué se fue mengano si aquí tenia dinero? No es solo cuestión de tener o no tener, es cuestión de que todo en Cuba, tengas o no tengas dinero, requiere «dolor», requiere molestias, requiere, en buen cubano «un empingue», requiere nadar entre absurdos y poco a poco te vas haciendo una persona malhumorada, triste, infeliz.
