La Habana.- Unas horas después de que el Taiguer fuera baleado en Estados Unidos, el director de Trabajadores, Joel García, tuvo el valor de escribir un artículo en Cubadebate en el cual criticaba los males de aquel país, en referencia a las drogas, la violencia, la tenencia de armas, como si él viviera en el paraíso terrenal.
Pero en este mundo, cuando escupes para arriba, demora poco el escupitajo en caerte en la cara, como sucedió ahora con el asesinato en Santiago de Cuba de la joven Dagnis Hernández Milanés, quien fue apuñalada delante de su hijo.
Hernández Milanés murió a manos de su expareja, quien llegó a su casa y la apuñaló delante de su hijo de 11 años, luego de entrar por el techo, en otro caso de feminicidio más, sin que ningún medio del gobierno cubano se haya pronunciado, porque ellos solo se preocupan y escriben cuando hay violencia en Estados Unidos.
El año anterior, los casos de feminicidio en Cuba alcanzaron cifras alarmantes, y duplicaron los ocurridos en otros países, como España, que tiene más de cuatro veces la población de Cuba, pero el gobierno cubano jamás se pronunció. Solo en una reunión en la provincia de Ciego de Ávila, alguien hizo un llamado a evitar la violencia, pero nada más.
Los gobernantes piensan que si ellos no hacen referencia a estos temas, el mundo creerá que no ocurre y, por esa misma razón, los periodistas tienen prohibido tocar el tema, por orden estricta del departamento ideológico del Comité Central, aunque tienen vía libre para escribir de la violencia de cualquier tipo, de lo cual se aprovechan los oportunistas pagados por el régimen castrocanelista.
Y cuando digo «pagados» no me refiero a que reciban cuantiosas cantidades de dinero por escribir esos artículos cargados de medias verdades, de mentiras manipuladas, sino a que tienen que compensar con algo a aquellos que les dan casas en lugares privilegiados de La Habana, como el edificio conocido como Fama y Aplausos, en Infanta y Manglar, donde vive el tal Joel García, con su esposa, también dirigente del partido comunista y de los medios.
Joel, además, tiene carro y gasolina, secretaria y pantri, incluso chofer. Entonces, no tiene más remedio que pasar de largo sobre los feminicidios, y dedicar sus artículos solo a lo que ocurre en Estados Unidos, como parte de la vieja estratagema ideada por Fidel Castro de que hay que culpar a Washington de todo lo que ocurre en la isla, porque toda revolución necesita tener un enemigo.
Ningún medio cubano se ha pronunciado hasta ahora sobre los feminicidios, y ninguno lo hará. Incluso, puede que alguno acuda a algún balance de esos que hacen cada años los dirigentes cubanos y allí se hable de que han avanzado en cuanto a la violencia doméstica, porque los casos se van a reducir a poco más de la mitad, comparados con el año anterior. Esas cosas se pueden esperar del régimen, pero no otro pronunciamiento.
Mientras, los feminicidas son condenados a penas leves, pasan un tiempo en prisión y enseguida vuelven a las calles, en algunos casos a cometer nuevas fechorías, mientras se pudren en las mazmorras castristas los jóvenes que protestaron contra el régimen el 11 de julio de 2021, la mayoría con causas prefabricadas por la trsitemente célebre Seguridad del Estado.
