Por Manuel Viera ()
La Habana.- Desde que comenzó el curso escolar, hace algo más de un mes, en la escuela de mi hija tres maestros han pedido la baja, incluyendo la directora. El día 2 de septiembre faltaban unos 24 mil maestros en las aulas cubanas, ese número un mes después es sin lugar a dudas mucho mayor.
Hablaba del tema con un amigo, mientras conducía, y me he tenido que detener. Eso que ven a mis espaldas es uno de los muchos barrios que ha construido la revolución para los militares. Construidos, incluso, en momentos muy difíciles, de escasez de todo tipo. A los militares en Cuba se les estimula con módulos de alimentos, se les vende mobiliario, sus salarios rondan los 10 mil pesos y las empresas militares en su conjunto, con casi total certeza, poseen más ómnibus para mover personal que la Empresa de Ómnibus de La Habana.
Incluso no es necesario ocupar un puesto muy alto para que tu cargo venga con moto o carro asignado. Conozco una chiquilla, de allá de oriente, que, terminando el preuniversitario, quiso ser militar y después de dos años como militar quedó embarazada, ya le dieron casa y ni siquiera es teniente.
Conozco maestros que, luego de 20 años en las aulas, no tienen dónde vivir. Conozco algunos que viven en albergues o en algún pequeño cuartito colindante a alguna escuela en el que Educación le ha permitido momentáneamente establecerse.
Mientras conversaba con mi amigo, pensaba y me autocuestionaba si faltarían tantos maestros hoy en las aulas, si en vez de atender a las FAR y el MININT, esas atenciones se hubiesen dirigido al MINED. ¿Faltarían tantos médicos hoy si esas atenciones se hubieran dirigido al MINSAP? ¿Cuántos médicos y maestros hubiesen dejado su puesto si se resolviera su problema de vivienda, si tuvieran transporte, si se les estimulara con bienes materiales, o si su salario fuera el de un militar? ¿Cuántos médicos y maestros hubiesen dejado de emigrar a otro sector o incluso a otro país?
Como abogado especialista en contratación puedo hablar con propiedad de un momento a partir del cual el sistema empresarial fue controlado por las empresas militares, llegando a ser ellas el único contrato que con seguridad no pasaría a engrosar las cuentas por cobrar de la empresa. Llegado ese momento solo estaban verdaderamente capitalizadas las empresas militares, mientras en Educación no había una tiza para escribir en el pizarrón o una hoja de papel para un examen.
No entiendo las prioridades revolucionarias. Un país sin médicos muere. Un país sin maestros no va a ningún lugar, no podría formar médicos, ni ingenieros, ni siquiera podría formar militares. Sin embargo, hay varios estados en el mundo que no tienen ejército y funcionan con total normalidad.
Tener militares contentos solo te da garantías de tener controlado a un pueblo descontento, pero tener médicos, maestros, obreros contentos te garantiza tener a un pueblo contento. ¿Si tienes un pueblo contento para qué necesitas militares contentos? Sin maestros, eventualmente, te irás quedando sin profesionales, incluso sin militares.
¿No es tonto priorizar el control del descontento por encima del bienestar y la felicidad? ¿O es que acaso se da por sentado que somos un pueblo destinado a vivir sin bienestar, descontento pero controlado?