Por Esteban Fernández Roig
Miami.- Siempre, durante 65 años, he querido que seamos los cubanos los que logremos a través de las armas la liberación de Cuba.
Yo luché tratando de que nosotros lográramos la libertad de nuestra Patria, hoy estoy tan desesperado por salir de la tiranía que apoyaría una invasión de los marcianos y quisiera que Cuba se anexara al planeta Marte.
Porque quiero ante todo que sean barridos del mapa los asesinos que han ensangrentado y empobrecido a mi nación.
Una nación que intentaron inculcarle el odio contra los Estados Unidos y se esforzaron en convertirlos en ateos, recibió a los Papas con muestras de ferviente catolicismo y con banderas norteamericanas ante la presencia del presidente estadounidense.
Sólo hay que leer las cartas, las súplicas y las exigencias en un intento desesperado -y logrado muchas veces- por convertirse en dependientes de la parentela exiliada de la cual tanto renegaron.
Allá existe el desespero generalizado para que Cuba vuelva a a ser libre y depender de los que se pasaron 60 años llamándolos “Imperialismo Yanqui” y “Norte Revuelto y brutal”.
Ahora, sin rubor alguno, buscan que los antiguamente vilipendiados vecinos resuelvan la miseria reinante.
Por lo tanto, yo desesperadamente deseo que desembarquen los Marines en Cuba y que por lo menos me lleven de guía en Güines.