Por Víctor ovidio Artiles ()
Caibarién.- Hay que reconocer que los nuevos actores de la economía ha desarrollado un arte a la hora de multiplicar el dinero. Existen diferentes maneras de hacer crecer un capital en la propiedad privada criolla actual.
Uno es la reventa de productos importados, aplicando índices como les dé la gana, y otro es el aprovechamiento de las escasas ofertas del mercado nacional.
Ayer fui testigo-víctima de esta segunda opción. Ante el desamparo de platos poderosos salí por la comarca en busca de alternativas. Una sonriente vendedora me ofertaba cinco hamburguesas a 300 pesos.
A mi inocente pregunta sobre si estaban buenas, la chica me responde: «Me gustan, chico. Hasta mi niña se las come bien».
Saqué mis tres billetes de cien pesos con los ojos aguados, los míos y los de los billetes, y partí hacia la casa. Desde el primer momento pude notar su bajo peso al nacer. Al quitarle la ropita me quedé anonadado: el espesor de las hamburguesas era de apenas dos milímetros.
Ya fritas pude comprobar que no eran de carne de res, ni de cerdo, ni de pollo sino de masa de chorizo fabricada en la Langostera del pueblo. El kilogramo de esa masa cuesta poco más de 200 pesos. Por un cálculo ligero puedo estimar que, de cada kilogramo, elaboran unas cien hamburguesas que representan una utilidad neta de unos mil 400 pesos.
¡Buen negocio el de nuestro actor! Más que hamburguesas parecen HAMPROLETARIAS
